Las vacaciones son sinónimo de de desconexión, libertad, calor, sudor y música, mucha música. Festivales eternos con miles de grupos llenando sus carteles y conciertos por todo nuestro país, viajes a pequeños pueblos en los que puedes disfrutar de su gastronomía, de sus paisajes y de paso poder escuchar en directo a tu grupo favorito. El poder coger tu coche y navegar por la carretera durante unos cuantos kilómetros para empezar una noche de notas musicales que recorren tu piel… Son esos los instantes que hacen que cualquier verano sea eterno y hoy os quiero llevar a un recién viaje que hice para poder ver en directo a un grupo que sabéis de sobra quienes son.
Cartagena rompió mi corazón para adentrarse en él y dejar su huella eternamente por culpa de cuatro chavales creadores de música jodidamente humana. Letras empáticas llenas de experiencias enriquecedoras con una musicalidad llamada a ser el renacimiento del rock. Antonio, Pepe, Jota y Dani han creado un grupo que encabeza el cartel del alma de muchas personas y además, también lo hacen de festivales veraniegos como el White Summer. Desde la mano de Clippers Live’s y Son Buenos pudimos ir el pasado quince de agosto Esther y yo a este festival en Palamós para disfrutar de una gran variación de comida junto a pequeñas tiendas de la ciudad esperando a que llegasen las diez de la noche con un objetivo claro: ver cómo Arde Bogotá sacaban a los perros a jugar.
Las puertas del White Summer se abrieron a las seis de la tarde y desde esa hora ya estuvimos dentro para disfrutar del ambiente y poder conocer al milímetro el formato que este festival nos presentaba en su última jornada. También quisimos ir más pronto para poder escuchar a Montana, un grupo que presentó una unión imprevisible; un cocktail de influencias. Os podría decir que proponen una música con clase, letras punzantes y muchos estilos condensados en algo que suena siempre a propio; aquello difícil de conseguir. El quinteto se mueve entre los sonidos de un rock con raíces y la lírica mordaz de los cantautores de antaño, que condensaban la vida en unas líneas. Temas como Tu Supermán o Por Amor Al Arte fueron los que pudimos conocer y la verdad que entraron dentro de mi lista de descubrimientos veraniegos para hacer una escucha más centrada de su recién trabajo Sin La Red, el cual publicaron el pasado mes de abril.

Vivimos el directo de Montana para ir calentando motores para lo que se iba a venir en unas pocas horas. Finalizaron su concierto y fuimos al escenario principal para ir cogiendo sitio en primera fila para viajar a Cartagena desde la A3, con un nudo de nervios y emoción absoluto y precioso por las ansias de vivir las nuevas canciones que nos traían Arde Bogotá.
La emoción empezaba a llenar el White Summer, se escuchaban gritos de ansias y nervios coreados por los nombres de la banda. El publico de Arde Bogotá deseaba bailar al son de la voz de Antonio acompañada de la electricidad de Dani, el Groove de Pepe y el cuerpo acústico de Jota, creando con ello una espera que se demoró hasta las diez de la noche, la hora de soltar a los perros.
Luces rojas en acción, el tick tack del reloj llenó Palamós para ver como Dani, Pepe, Jota y Pedro salían a escena para adueñarse de sus instrumentos y de la noche que iba a empezar. Los primeros acordes de Los Perros estaban empezando a sonar y entonces el silencio se estableció durante pocos segundos para ver como Antonio salió a escena y dijo las palabras mágicas:
“Soltad a los perros porque me he escapado.”

La locura se desató y dio el pistoletazo de salida a un viaje por la A3 con estos cowboys. Fue impresionante el ver como desde la primera canción el público iba con ellos de la mano haciendo que Antonio no cantase solo nunca. Estos cartageneros entraban en el alma de cada persona del público para dejarles huella, tomando el control de la noche y de su arte. Esto me llevó a ver el cómo Arde Bogotá habían crecido exponencialmente al llevar un rodaje mucho más grande en sus espaldas y un control artístico y musical más potente. En especial pude notarlo con la conexión más cercana aún que transmitían con el público por parte de los cinco, se sentían en su hogar aunque realmente estuviesen a miles de kilómetros de él.
Abajo prosiguió la noche, el primer tema de su anterior álbum para ir de la mano con Besos y Animales, una canción sensual que empiezó con una lenta guitarra que rompió en vivo. Crearon un directo de esta canción con el que era imposible no sentir tu piel de gallina y en especial de la mano de Pepe y Dani, dos amigos que con una simple mirada y una suave sonrisa se entienden a la perfección. Posteriormente llegó mi segunda canción favorita de La Noche, El Beso. Considerada como una de las más queridas por sus fans, la sensualidad se apoderó de Palamós durante unos minutos de la mano de Antonio junto al solo de guitarra de Dani acompañado por el apoyo de Pedro. Una combinación que explotaría cualquier mundo por la electricidad que son capaces de crear en tan poco tiempo.
“Entonces me pregunto, ¿quién hay en la fiesta de esta noche? Saltar todos aquellos que estéis. ¿Listos?”
Antonio llamó a la existencia, a darlo absolutamente todo y a gritar a la vida lo jodidamente dura es. Qué vida tan dura empezó a sonar en directo llevándonos a un temblor emocional único. Con este tema Arde Bogotá nos llevó a ser conscientes de la dificultad que tiene la sociedad actual de poder vivir como merece y la lucha que tenemos que superar día a día a cuestas de nuestras propias espaldas aunque para espaldas la de Jota y como rompió con las barreras de la música en esta canción… simplemente espectacular.

“Estos chavalitos de Cartagena no habrían salido del local de ensayo sin la ayuda de toda la gente que trabaja para que estemos aquí. Se ocultan debajo de las sombras para que estemos nosotros debajo de la luz.” Siempre mostrando agradecimiento a su gente de Managment de Son Buenos y a la gente de Clippers Live’s, hablando de la confianza necesariamente depositada en quienes sabes que te apoyarán y te darán la mano en los peores momentos. Una introducción puramente emocional para adentrarnos en mi canción favorita de Arde Bogotá, Millenial. Con este tema no puedo ser objetiva porque siempre me transporta a otra galaxia al darnos una unión de musicalidad con letra que te deja con un suspiro en el corazón el cual es bastante doloroso pero si tuviese que remarcar algo dentro del vivo que transmiten con esta canción destacaría el mismo elemento que siempre digo: el maldito solo de guitarra de Dani. Nunca unas notas musicales me habían dejado sin habla como lo hace él en esos instantes.
Y si creíamos que no era posible llegar a tocar un punto de emoción tan alto después de Millenial, llegó Veneno. El toque de ruptura de Cowboys de la A3, el hijo de una relación absolutamente sexual entre el rock y la bossa nova. Escucharla en el álbum es una delicia pero en directo… me hizo reafirmar el talento de estos chicos. Una canción llena de rabia e impotencia rompe con una música que llama a saltar pero para en un instante clave para llevarnos a mover las caderas con lentitud, sintiendo como ese veneno entra en nuestra sangre para no salir de ti jamás. ¿Y qué hemos de buscar para curarnos de ese veneno? La Salvación.

Parece que Arde Bogotá se han vuelto aficionados a crear canciones que nos rompen el alma y nos dejan deshidratados porque con La Noche tuvimos Exoplaneta y con Cowboys de la A3 tenemos La Salvación. Acusticidad de la mano de Antonio para llevarnos a un viaje de retorno, de añoranza y de dolor. Una canción importante para ellos, otro himno junto a su gente.
“Todo lo malo que vivimos acaba, tiene su final. A lo otro lado de lo oscuro tendremos a esa gente que se queda con nosotros, queriéndonos, dándonos la luz. La Salvación está en los pequeños detalles, en un beso o en una noche de concierto.”
Tocaron para llegar a su salvación, su público, su directo, el abrazo que crean con toda una comunidad de personas que les siguen a cualquier parte del mundo.
El viaje siguió para ir trotando con estos Cowboys de la A3, canción que quienes estuvimos en su concierto de la Apolo ya pudimos vivirla en directo. Escorpio y Sagitario fue la siguiente con la que la paz cambió para volver a la garra del rock. Un dato gracioso fue que recibieron una camiseta del público la cual decía “Hijos de la puta intensidad” pero detrás nos encontrábamos uno de los mayores chistes que habrá escuchado la banda: “Me arde el Bogotá.” No podemos negar que los seguidores de estos cartageneros tienen sentido del humor.

En un concierto de ellos no podía faltar Virtud y Castigo y así fue. El eterno coro final de “uo” que crea el público con el que los chicos se emocionan al 500%… es un momento sublime. Pudimos ver como los cinco pararon todo lo que hacían para escucharles, sintiendo y viviendo la emoción de ese instante memorable. Al finalizarla los chicos se adentraron en los camerinos por unos segundos, ya que nos estábamos adentrando hacia el final del bolo pero quedaban aún cuatro bombas por soltar.
Copilotos fue la primera de las cuatro últimas, teniendo un comienzo de la mano de Antonio y Dani en acústico para luego finalizar con los cinco en escena y dejarnos con el corazón encogido.
“Juramento de sangre, nunca lo voy a olvidar.” Cantaba el público a capela, creando lágrimas de emoción en las miradas de los chicos.
“Esta canción que viene ahora es muy importante para entender lo que somos y qué queremos decir. Esa esperanza de poder encontrar un lugar mejor, lo creamos con la necesidad de desconectar de nuestra realidad y todos estáis invitados.”
Dijo esto Antonio antes de empezar a tocar las primeras notas de Exoplaneta y bueno… las lágrimas y emoción que prosiguieron fueron eternas. Esta canción es hogar, abrazo y un apoyo en cualquier momento y el directo que traen siempre con ella te devuelve la esperanza de que en tus peores momentos siempre podrás encontrar fuerza.
¿Cómo se podía dar el cierre a este concierto después de Exoplaneta? Con dos canciones que respiran rock desde su primera hasta su última nota: Antiaéreo y Cariño. Con la última de ellas Antonio bajó al público para bailar con ellos “nuestra canción de mierda”, dando fin a una noche calurosa pero emocional.
Ellos son la definición música que no para de crecer, es así, nadie puede negarlo. Con el paso de los años siguen mejorando, perfeccionando su toque para hacer que sus directos sean dignos de quedarse eternamente en la memoria de cualquier persona que vaya a verles y por eso no me cansaré de decirlo: larga y prospera vida a Arde Bogotá.
Todas las fotos en nuestro flickr oficial.

