Arde Bogotá | Foto: Clara Garcia-Bermejo
Increíble lo que viví el viernes en Razz. Pasaban pocos minutos de las 21h y la sala estaba a rebosar esperando a los chicos de Cartagena, con la gente ansiosa. Y salieron Antonio, Dani, Pepe, Jota y Pedro y se hizo el furor.
Empezaron, como nos esperábamos, con Los Perros, tema que abre su segundo álbum (Cowboys de la A3), donde ya se notó la efusividad de todo aquel allí presente. Y solo era el principio. Acto seguido, uno de los temas más conocidos: Abajo. Empezaba fuerte la cosa y de ahí arriba ya no nos iba a bajar nadie. He de deciros una cosa que me pasa siempre que les veo, y el viernes, nada más empezar, me volvió a venir el pensamiento a las primeras de cambio: «qué buenos son». ¡Pero qué directo! Esta gente no tiene techo.
Fue una de las noches en las que más vi enloquecer a la gente, vibrando, saltando y cantando. Además, la panorámica que tenía desde mi posición era tremenda, pero es que encima del escenario pasaba lo mismo. Por favor, ¡qué derroche de intensidad! Sonaron temas tanto de su segundo álbum como del primero (La Noche), además de alguno de su primer EP. Y llegó uno de los momentos sensibles de la noche: tocaron La Salvación (el último tema de su segundo álbum). Razz la cantamos toda a coro.
Al poco, llegó el anuncio. Dijeron que iban a volver a Barcelona. Concretamente al Sant Jordi Club. Y, la verdad, viendo lo del viernes, no me extraña. Tres visitas a Barcelona y, a la cuarta, un recinto como ese. Merecidísimo, visto lo visto, tras agotar Razz. Acto seguido, uno de los grandes momentos de la noche. Llegó Virtud y castigo y toda la sala cantamos y tarareamos la parte final varias veces. ¡Un gran momento!
Después cantaron Todos mis amigos están tristes y desaparecieron del escenario. Pero todas las personas allí presentes sabíamos que todavía quedaba intensidad por derrochar y lágrimas por derramar. Y así fue. Volvieron al escenario, primero Dani y Antonio solo, a cantar Copilotos en acústico, para seguir después con toda la banda el principio de los bises. Tras esa canción llegó EL MOMENTO. Sonó Exoplaneta (tema que cierra su primer álbum) y la sala fue un clamor, al unísono cantando lo de «incendiaré el Cartagonova». De lagrimita. De las mejores canciones que tienen, para mi gusto.
Cuando ya parecía que iba a sonar la última, aún tuvimos tiempo de escuchar Antiaéreo, su primer sencillo. Me encanta cuando los grupos recuerdan y honran sus inicios. Y Arde Bogotá lo hace. Aplaudo. Y llegó la última canción: Cariño. Un temazo con el que saltamos todxs a lo loco y en el que Antonio se bajó a bailar con el público en el tramo final, para acabar de enloquecer colectivamente.
Es la cuarta vez que les veo. Y yo ya estaba avisado, ya sabía cómo se las gastan los chicos de Cartagena. Pero diría que fue el concierto más bestia que he vivido de los cuatro. No os miento si os digo que acabé con las manos en la cabeza pensando «¿Pero qué…?». Qué energía, qué directo, qué locura de concierto. Si ya lo dicen ellos mismos: «hijos de la puta intensidad». No engañan a nadie, Arde Bogotá va de cara y no deja títere con cabeza. Muy, muy, pero que muy grandes.
Nos vemos en 571-/7A.
PD. Gracias a Clara Garcia-Bermejo y a Clipper’s Live por la foto del concierto.

