Sinceramente tenía muchas ganas de poder escribir esta crónica. A lo largo de los años que llevo escribiendo en La Musikalité he podido vivir en directo a casi todas mis bandas favoritas como Viva Suecia, Arde Bogotá, Rufus T.Firefly, Sexy Zebras, Varry Brava, Shinova, Second, etc… pero me faltaba una y por fin pude quitarme esa espinita. Ellos son cuatro chicos (tres de ellos de Toledo y uno de Sevilla) que crearon un manual para aceptar que el fracaso es un momento de la vida que todos llegaremos a vivir y, aunque cueste creerlo, no es nada malo. Diego, Yago, Pepe y Rafa son Veintiuno, un grupo creador de himnos que te dejan la Cabezabajo pasando noches de desvelo intentando buscar esa eterna y deseada Pirotecnia.
Quitando este intento de poesía la verdad que me hizo mucha ilusión cuando en el medio nos confirmaron mi acreditación para poder disfrutar el quince de marzo en la Apolo(2) del Sold Out de este gran grupo. Me han acompañado durante bastantes años siendo esenciales en mi lista de “En bucle” de Spotify y sabía que ese concierto iba a ser especial. Venían a Barcelona dentro de su nuevo tour Ya no nos hablamos para presentar su recién trabajo El arte de perder y pudieron vivir su primer “Sold Out” en la capital catalana, vendiendo más de setecientas entradas. Una locura, la verdad.
Llegué sobre las cinco de la tarde, saliendo de trabajar emocionada y con mi camiseta de Gambea que conseguí en preventa de ellos (renovando así mi contrato vitalicio con Veintiuno hasta el fin de mis días) lista para coger un café y ponerme a la cola. Durante esas dos horas de espera fui pensando cómo empezar este escrito al mismo tiempo que iba haciendo mis quinielas de cuales serian las canciones que compondrían el setlist. (Pista: me quedé con las ganas de un poco de Telenovela). Tocaron las siete y media y nos entraron ya a la sala, lugar la cuál he visitado bastante (podrían darme ya las llaves de la Apolo porque me saldría más rentable, la verdad) al disfrutar de grupos que he mencionado antes como Sexy Zebras o Varry Brava. Algo que me gustó es que no fui la única con emoción y ganas en la mirada de vivir el concierto, cada una de las setecientas personas que iban entrando a la Apolo (2) transmitían ansia y ganas de darlo todo y acabar sin voz por las letras tan sumamente emocionales de Veintiuno. Se venía una noche jodidamente bonita, para qué mentir.

Llegaron las ocho y media y las luces se apagaron. Pude ver la cabeza de Pepe lista para salir a escena, con baquetas en mano miró al público mientras se sentaba en su sillín yendo con él una sonrisa enorme. Posteriormente salieron Rafa y Yago hacía las puntas del escenario y finalmente la voz de Diego llegó para dar pasó a Dominó, el inicio de la velada. Ese hermoso discurso que dieron en los premios Odeón fue la apertura de El Arte de Perder . La verdad que siempre que lo escucho me crea una sonrisa y una bella sensación en mi piel.
Presentaron un setlist con el que nos hicieron viajar por los tres álbumes que más han marcado a la banda: Gourmet, Corazonada y El Arte de Perder.
La primera parte del directo nos llevó a vivir La Ruina, canción puramente eléctrica con la que el público se enchufó al concierto para sentirlo todo desde el primer segundo. Escalofríos y Caramelo mantuvieron el nivel de euforia para llevarnos a una de mis favoritas del último álbum, Mañana lo dejo. El tema perfecto para gritarlo a los cuatro vientos mientras piensas en todo aquello que querrías olvidar pero por x o por y no puedes hacerlo, aún.
Pirotecnia fue el clásico perfecto con el que siempre se da todo hasta la última nota y Nudes (pidiendo permiso siempre) dio el toque divertido y travieso de la noche. Haters siempre es una canción perfecta para, mentalmente, decirle de todo a aquellas personas que nunca creyeron en ti o querían hacerte sentir insignificante y obviamente, aproveché la ocasión.

“Pensad en ese día dónde os sentisteis muy solos. Ese día donde pensasteis de más, le disteis vueltas a todo y vinieron esos pensamientos que no queréis tener.”
Así Diego presentó Mi monstruo y yo, una de las canciones más personales del grupo a mi parecer. Con una letra a la que es imposible no abrazarse y sentirte comprendido/a, siempre conecto mucho con ella por todo lo que crea en mi pecho de emociones y sentimientos siendo así mi pequeño hogar de empatía y comprensión, algo que podría decir que son para mí siempre los conciertos de Veintiuno.
Después de un tema tan personal no podían no venir temas mínimo similares como fueron Salvavidas, Leona y A la orilla. Llegando ya a más de la mitad del concierto los chicos tocaron tanto Chihiro como Parasiempre en un formato más acústico y cercano al público, con un silencio unívoco por parte de la Apolo(2) para crear un momento muy especial y difícil de olvidar.
Siguió el aura emocional con Desvelo y posteriormente una canción que no estaba en las quinielas de muchos el que formase parte de El Arte de Perder. Es la clausura del álbum y sinceramente, menos mal que Fiera acabó estando en este trabajo de la banda porque es una canción tan bonita y dolorosa a la vez… te deja sin aliento. Para presentarla Diego habló sobre que es El Arte de Perder, que estaban allí para presentar ese nuevo trabajo y el fracaso que han vivido en su carrera como grupo. Ese era el tema del álbum; los errores y pérdidas jodidas que te marcan pero no querían que acabase con esa sensación tan amarga. Fiera era esa canción “salvavidas” que ayudaría a sentir que después de tanto dolor se puede resurgir.
Después de vivir esa preciosa sensibilidad con Fiera nos fuimos a La Toscana para luego contar cómo ya no te hablas con aquella persona que formó parte de tu vida en Ya no nos hablamos (uno de los temas que más en bucle tengo, la verdad.)

Y llegábamos al final del concierto con tres locuras de canciones: Dopamina, EL HIMNO DE VEINTIUNO con todas sus letras. Cabezabajo, “la mejor canción de Veintiuno” en palabras del propio Diego quien acabó cantando con el público y sintiendo el calor y la emoción de cada una de las más de setecientas personas que estaban allí con ellos. Y el broche final fue La Vida Moderna, la gran colaboración con Love of Lesbian que les ha dado tantas alegrías y polémicas al mismo tiempo.
Fue una noche única llena de emociones, latidos y vida. Eso es Veintiuno, eso es lo que vives en sus directos y eso es lo que sentí al salir de la Apolo (2): un abrazo enorme en el corazón sabiendo que todo volvería a ir bien.

