Estopa | Foto: RRSS de la banda
Era 18 de octubre, era el día bautizado como «el día de la estopeidad«, que rinde homenaje al día en el que los hermanos Muñoz sacaron su primer álbum, allá por 1999. ¿Os acordáis de qué hacíais en esa época? ¿Qué edad teníais?
Hace unos meses tan sólo, en julio de este mismo año, ya tuvimos la oportunidad de verles en el Estadi Olímpic de Barcelona presentando su nuevo álbum Estopía, y ya allí pudimos vivir algo único e irrepetible. O no. Porque el viernes pasado asistimos a otro evento similar pero a menor escala: en el Palau Sant Jordi. Donde ya otras veces habían actuado. Era el fin de gira y coincidió con la «mágica fecha». Aún siendo un recinto menos grande (que no pequeño), donde ya habían actuado en otras ocasiones, no dejó de ser impresionante y emocionante a partes iguales. Además, ellos no dejaron de alucinar en ningún momento. Fue un conciertazo, ya os lo adelanto.
Pasaban catorce minutos de las nueve de la noche, se apagaron las luces del recinto y el mismo enloqueció, aparecieron lxs primerxs músicxs y empezaron a sonar los primeros acordes. Pocos minutos después salieron David y José saludando al público, alucinando con ese llenazo y con la reacción de lxs fans. Sonaba la primera canción, Tu calorro, que curiosamente, también es la primera canción de su primer álbum. Me pareció precioso empezar así este concierto. Fue realmente impactante, desde mi posición, ver a TODO el Palau cantando al unísono. La noche sólo acababa de empezar.
Tras la segunda canción (Cacho a cacho, otro de los éxitos de su primer álbum) se presentaron y dieron infinitas gracias por ese recibimiento. El público coreaba «Estopa, Estopa». Acto seguido llegó el momento de El día que tú te marches, incluida en su último álbum, además de Vacaciones y Cuando amanece.
Hay que decir que Estopa lleva una gran banda a las espaldas, y una de ellas, sin duda, es Chonchi Heredia, que además de hacer los coros en algunas canciones se atrevió a cantar a dúo El run run. Qué voz tiene esta mujer, ¡qué voz! Tras ese momento llegó la hora de Tragicomedia, y con ella el juego de luces. Las pulseras que nos repartieron en la entrada se empezaron a iluminar, formando una estampa preciosa, que durante todo el concierto fueron variando de colores. Desde mi perspectiva fue brutal verlo todo. Yo sabía que iba a ser un concierto largo (es de agradecer), y en ese momento ya teníamos las emociones a flor de piel. Cantaron Malabares y después montaron una «performance» con un «muro» que, según decían, se habían traído desde Cornellà. Se sentaron, se tomaron una cerveza y sonó Hemicraneal, una canción muy bonita. Como la que vino después, Sola (también del nuevo álbum), donde sentí una gran emoción al escucharla.
Llegó uno de los temazos de la noche. Empezaba la intro con un instrumental que jugaba al despiste, David se apartó y cedió el espacio principal a su hermano José, quien cantó Ya no me acuerdo. Uno de los mejores temas de su discografía. Una canción que, en su día, estaba previsto que la cantara David (que es quien canta normalmente las canciones), pero cuando fueron a grabar su tercer álbum (¿La calle es tuya?) decidieron que fuera José, porque la cantaba mejor gracias a su tonalidad. Acabó y el público coreó el nombre del hermano pequeño de la banda.
Tras los agradecimientos, David volvió y nos contó que le gusta cuando se pasa de la tristeza a la alegría, y que le gusta el «olor» a fiestas de pueblo. En el escenario aparecieron unas luces de verbena y empezó a sonar su gran hit La raja de tu falda. Su canción más conocida, la que les llevó al éxito. Es que es así: ¿quién no ha cantado en una verbena La raja de tu falda? ¿Qué orquesta de pueblo no la ha tocado nunca?
Así, siguió el concierto con otro hit del primer álbum, Poquito a poco, para después parar, montar una terraza de bar con sus sillas y sus mesas «que podría ser del Baix Llobregat» (palabras textuales de David) y los miembros de la banda se fueron marcando tremendos solos, ya fuera cantando por bulerías, haciendo sonar los cajones o con un solo de bajo. Tremendo. Qué artistas.
En este contexto más acústico, todxs sentadxs en «la terraza del bar», sonó El del medio de los Chichos (otro hit del álbum debut), que fue coreada por todo el Palau, para que después llegara un gran momento con una versión de Me’n vaig a peu, original de Joan Manuel Serrat. Siguieron con una de mis canciones preferidas de su último álbum La rumba del Pescaílla, la primera canción de Estopa dónde una gran parte de la letra es en catalán: «Li deien el Pescaílla, era molt bona persona i el que més li agradava és la ciutat de Barcelona». Gran canción, ¡y pegadiza! Tras ese momento sonó Demonios y se acabó el momento «terraza de bar». José se arrancó con un homenaje a los camareros y a las camareras que tienen mucho que aguantar, a veces inhumano, con un discurso relatando una situación de bar, como si fuera una película o una novela. Yo, en ese momento, ya supe qué canción venía: Partiendo la pana, un gran éxito de su segundo álbum.
Continuaba el concierto y de repente, vemos entrar un coche rojo al escenario. Pero no era un coche cualquiera. ¡Era un Seat Panda! Empezaron a cantar Camiseta de rokanrol (uno de sus grandes temas más recientes y que, a mí particularmente me gusta mucho) y a continuación hicimos otro viaje a 1999 con Me falta el aliento. ¡Vaya noche de recuerdos! Entonces llegó el momento reivindicativo a favor de la clase trabajadora con Pastillas de freno, una canción en la que recuerdan de dónde vienen y su antiguo trabajo, y en la que muchas personas nos sentimos identificadas. Ahora soy yo quién da las gracias infinitas.
Retiraron el Seat Panda, que dejaron bien aparcado en un lado del escenario, y llegó una de las sorpresas de la noche: la colaboración de El Momo, un rapero de Zaragoza con el que cantaron De barrio, un tema del cantante maño en la que también colaboran nuestros protagonistas de la noche. Todo un homenaje a los barrios y a su gente. A continuación cantaron La ranchera, la que es mi canción favorita de Estopía, sonó Fuente de energía, con un final instrumental impresionante, para seguir después con Paseo, otro hit «cervecero» para cantar a coro con lxs amigxs de fiesta. Tras ese momento se fueron del escenario y mientras la banda al completo descansaba para los bises, en las pantallas nos entretenían con una divertida kiss cam. En ese momento sabíamos que quedaba poco, ya llevábamos allí un par de horas y en las pantallas se reprodujo un vídeo sobre sus inicios. A partir de ahí, sonó el Cumpleaños feliz, además de Vino tinto, Ojitos rojos y de Me quedaré.
Ahora sí que sí, era la hora de despedirse. «Una pasada» fueron las palabras textuales de David, para referirse a todo lo vivido allí. Se despidieron aparentemente «por unos años» (veremos lo que tardan en volver), aplaudimos todxs también a la banda y a lxs técnicxs, hubo agradecimientos generalizados también a lxs fans y, según palabras textuales de José: «Tornarem» (Volveremos). Les esperaremos. Chonchi homenajeó a los chicos y empezó a cantar haciéndole un homenaje a Camarón de la Isla, que sirvió de introducción para dar paso al GRAN TEMA y mi favorita, su favorita y la preferida por mucha gente: Como Camarón, que no es una canción más (también del álbum debut), sino que es LA CANCIÓN. Las luces de las pulseras se encendieron por última vez, el Sant Jordi cantó y saltó hasta el último segundo y pusimos broche final a la gran noche de Estopa y al ya conocido como el «día de la estopeidad». Miré la hora, eran las 23:54 y sólo quedaba aplaudir bien fuerte tras lo que vivimos durante dos horas y cuarenta minutos. Pensé: «quiero quedarme a vivir en un concierto de Estopa».
Felicidad, lágrimas, alegría, emociones a flor de piel, viajes al pasado, al presente, reivindicaciones y risas con una banda que acaba de cumplir 25 años, que no tiene techo y que siguen siendo las mismas personas humildes que se sorprenden al salir al escenario. No puedo decir otra cosa: son MUY grandes. Viva Estopa, visca Cornellà, visca el Baixllo y por un futuro donde podamos seguir viéndoles disfrutar ASÍ en un escenario. Será una gran señal. ¡Hasta la próxima y gracias por tanto, Estopa!

