Tras 5 largos años de espera (lapso de tiempo que entra en los parámetros habituales en los que la banda californiana se mueve a la hora de impacientar a sus fans entre trabajo y trabajo desde el Blood Sugar Sex Magik), los Red Hot Chili Peppers sacaron a la venta en junio su undécimo álbum de estudio bajo el nombre The Getaway.
Tras comenzar la producción en 2014, el lanzamiento del disco estaba previsto para 2015 siguiendo el típico proceso de composición del grupo, con entre 20 y 30 temas listos para grabar, para llevar a cabo luego la selección final que constituiría el álbum. Sin embargo, el gran Flea sufrió un accidente mientras practicaba snowboard, lo que derivó en 8 meses de baja con el brazo roto y el aplazamiento de ese trabajo que los seguidores de los Chili aguardaban con impaciencia.
Durante el proceso de recuperación del nervioso y talentoso bajista australiano, los Red Hot decidieron adelantar proceso y buscar productor. Tras 20 años y 6 álbumes con Rick Rubin (Blood Sugar Sex Magik, One Hot Minute, Californication, By the Way, Stadium Arcadium y I’m with you) los californianos decidieron cambiar de rumbo y contrataron a Brian Burton, más conocido como Danger Mouse.
Como tarjeta de presentación, Burton venía de ser uno de los máximos responsables del éxito del dúo estadounidense The Black Keys, amén de producir los últimos trabajos de artistas de la talla de Adele o de los mismísimos U2. El músico neoyorquino no tardó en mostrar su decidida personalidad y, a pesar de los 30 temas que tenían compuestos los Chili Peppers, dijo: «Ok, vamos a crear de nuevo el álbum«. Huelga decir que, de esos 30 cortes que tenían preparados Anthony Kiedis y compañía, únicamente 3 han terminado formando parte de los 13 que forman The Getaway. Y no, de momento no sabemos, cuál es ese trío de supervivientes, por lo que no podemos saber qué nos habríamos encontrado de haber mostrado Flea una mayor habilidad a la hora de descender pendientes nevadas encima de una tabla.
Así las cosas, el 5 de mayo de 2016, los Red Hot lanzaron, vía YouTube, el primer single del trabajo bajo el nombre de Dark Necessities, corte del que ya hablaremos más adelante. A pesar de que el segundo sencillo oficial haya sido el tema Go Robot, los californianos decidieron lanzar también a través de la plataforma roja, los «official audio» de otras dos canciones: el encargado de dar nombre al CD, The Getaway, y otro titulado We Turn Red.
Basta de preámbulos. Entremos al análisis. 17 de junio de 2016. «Ladies and gentlemen, the Red Hot Chili Peppers present The Getaway.»
Como ya ocurriera 14 años antes con el By the Way, el encargado de abrir el álbum es el tema homónimo. The Getaway es un tema minimalista, que plasma ya de primeras la influencia de Danger Mouse en el trabajo. Un ritmo de batería constante y muy procesado, unido a la habitual lección de bajo de Flea y a una sutil guitarra de Klinghoffer, dejan todo el peso melódico a cargo de Kiedis, que no desentona con una interpretación vocal bastante decente. Sin embargo, tarda en convencer (a mí me costó un buen número de escuchas cogerle el punto) y se echa en falta una mayor distinción entre estrofa y estribillo, que pueden confundirse fácilmente. Buen tema, pero que deja una fuerte sensación de que le falta algo para alcanzar un nivel de notable.
Llegamos bien pronto a uno de los puntos fuertes del álbum. Si bien tampoco me enganchó a la primera, Dark Necessities tiene el poder de ir convirtiéndose en un tema cada vez más y más redondo a medida que lo escuchas más veces hasta llegar al punto de convertirse en imprescindible. Y he de decir que esto no sólo me ha pasado a mí, sino también a conocidos míos cuyos gustos musicales marchan por otros derroteros.
La intro del tema es una declaración de intenciones de lo que nos ofrecen los Peppers en este viaje. Su típica intro de guitarra y bajo viene en esta ocasión acompañada por un piano, instrumento que estará muy presente a lo largo de todo el álbum. 30 segundos de crescendo que terminan rompiendo en otra seña incofundible del grupo, un magnífico slap de Flea bien unido al ritmo de Chad. La estrofa se mueve entre esa base rítmica y acordes de piano hasta que llegamos a un estribillo que no tiene nada que envidiar al poder de adicción de las drogas más duras.
«You don’t know my mind.
You don’t know my kind.
Dark necessities are part of my design.
Tell the world that I’m
falling from the sky.
Dark necessities are part of my design.»
Joder, es que te da en toda la boca. El patrón se repite hasta pasar por un primer solo muy llevado por el piano y unas escalas de Flea, y un outro tras el último estribillo en el que Klinghoffer da sus primeras muestras de putoamismo del disco. Te-ma-zo. Imperdible. Como anécdota, la letra está inspirada en un viaje de Kiedis a Hawai, y fue Danger Mouse quien insistió en que fuese el primer single, terminando por convencer a la banda, partidaria de que fuese The Getaway, y a la discográfica, que se inclinaba por Go Robot.
A pesar del constante camino de exploración musical que llevan recorriendo los Chili Peppers desde el Californication, no se han olvidado de cómo hacer temas con su buenrrollismo y su habitual funky desenfadado con estribillos suaves. Buen ejemplo de ello es We Turn Red, que abre con un groove de batería excelente y nos deleita con una estrofa muy pegadiza que recuerda a ese temón que es Around the World. La energía que transmite la canción es importante, y el estribillo, muy delicado y melódico, más orientado a estos Red Hot del siglo XXI, deja buen sabor de boca. Tema notable.
Es momento de bajar un poco de tercio y disminuir la intensidad. The Longest Wave es un tema sutil, delicado. Unos arpegios iniciales que nos hacen recordar al gran John Frusciante constituye otro de los momentos en los que don Klinghoffer se empeña en cerrar la boca a todos sus detractores. El tema va creciendo poco a poco hasta desembocar en un bonito estribillo envuelto en una suave atmósfera magistralmente creada por Flea y, sobre todo, por Josh.
Tengo que decir que las canciones de este The Getaway no me entraron a la 1ª, ni mucho menos. De los 13 temas que lo componen, un único oasis consiguió hacer que me levantara y quisiese saltar, gritar y decirle a mi madre que le quiero a la primera. Goodbye Angels lo tiene todo. Una intro sutil de guitarra bajo 100% Chili Peppers con una estrofa en continuo crescendo hasta romper en el estribillo, Anthony metiendo la mayor cantidad de palabras articulables en un verso, un groove poderoso de Chad, una psicodélica actuación a las 6 cuerdas de Josh y un slap con un distorsión de Flea recién llegada del espacio exterior tras el primer chorus.
Pero no queda ahí la cosa, ya que lo mejor viene al final. La canción rompe en un outro de auténtica locura. Un slap demoníaco del Dios Flea, un Klinghoffer bordando un riff apotéosico y la potencia habitual de don Chad Smith te meten tal viaje que al terminar la canción por vez primera todavía me quedé unos minutos mirando al frente, con los ojos completamente desenfocados, la baba goteando y el alma completamente empalmada…
¿¿PERO DE QUÉ PLANETA VINIERON??
Sick Love es uno de esos temas que, al menos en mi caso, despiertan sentimientos encontrados. Melódicamente hablando, la canción es muy suave y agradable, con un estilo que nos recuerda mucho al gran Lenny Kravitz y poseedora de un estribillo increíblemente pegadizo. La habitual conexión Chad-Flea no falla y Anthony entona en registros en los que se encuentra bastante cómodo (tema del que hablaremos más adelante). Tema bonito y resultón. Como dato curioso, cabe añadir que la interpretación al piano de esta canción corrió a cargo de sir Elton John. Casi nada al aparato.
Lo único que me provoca un leve chirrido es esa parte de mí que ama y añora a los Red Hot más guarros, los de la esencia «Socks on cocks». No os equivoquéis, me encantan ambas versiones de la banda, pero echando la vista atrás, resultaba impensable en su día pensar que la banda californiana podría componer temas como este Sick Love. Y en ocasiones se echa de menos más cantidad de su funk rock.
Antes de comentar el siguiente tema, mejor échale un vistazo al vídeo:
¿Es Anthony un caballo de cintura para abajo? No lo sabemos, pero el videoclip es la po***. Perdón, el chiste se hacía solo, no volverá a ocurrir (imprescindible ver el vídeo para entender el intento de gracia).
El segundo single de The Getaway es este Go Robot que acabas de escuchar (o no, y si es el caso, deberías). Canción completamente discotequera y compuesta para copar las emisoras de radio de todo el globo, protagonizada totalmente por Flea y dejando un poco de espacio a Anthony y, si me apuras, a Josh en determinados momentos. Es un corte que transmite un considerable buen rollo y raro sería que, tras escucharlo varias veces, no termines cantando el estribillo en perfecto inglés inventado. Atención porque Flea mete no una, sino dos líneas de bajo, hecho que como veréis a continuación, obliga a la banda a contar con otro bajista en directo. Hay que decir que en la versión de estudio, en su parte final el tema va apagándose hasta deshacerse en una espiral de polvo de estrellas y amor. En el directo, nos encontramos, en cambio, con un outro demencialmente enérgico. Casi no hace falta decir, que prefiero esta última versión. Notable.
Feasting on the Flowers es un tema que si bien pasa medianamente desapercibido, ya que no nos trae nada nuevo a pesar del (de nuevo) buen hacer de Klinghoffer, cuenta con un importante contenido emocional, como hemos podido observar a partir de estos versos:
We were moving in the world, expanding your realities
A force of nature on the verge, commanding abnormalities
Last thing I remember there was ringing in my selfish ears
Twenty-Six a number much too small for someone’s golden years
Los fans más acérrimos de la banda habrán conseguido identificar el sentido homenaje que se le hace al malogrado Hillel Slovak, guitarrista de los Red Hot primigenios y gran amigo de Flea y Anthony, que falleció hace ya 28 años. Los 3 primeros versos hablan acerca de la amistad que les unía. Para entender el último, es necesario decir que Slovak pereció a causa de una sobredosis a la temprana edad de 26 años. La dolorosa referencia de Kiedis es clara con ese «26, un número demasiado pequeño para alguien en sus años dorados». En lo que al apartado musical se refiere, como ya hemos dicho, Josh sobresale, y nos encontramos de nuevo un solo bien condimentado a base de piano.
La parte más cañera del disco llega en el dúo Detroit–This Ticonderoga. El primero es un tema el que Klinghoffer luce de nuevo con un riff bien consistente, bien secundado por la incombustible conexión batería-bajo. Como no podía ser de otra forma, la letra de Kiedis hace referencia a todos los famosillos de la «Motor City», y a la situación de la ciudad. Un tema bastante bueno, pero que no pasará a los anales de la historia Chili Pepper.
El segundo corte de la dupla «dura» del álbum, el mencionado This Ticonderoga, es… una cosa rara. Empieza con un contratiempo considerablemente guarro que recuerda a los antiguos Red Hot que pasa de repente sin previo aviso a una parte mucho más relajada, escalas de piano incluidas. A mi juicio, es el segundo tema más flojo del disco, y honestamente creo no hubiera pasado nada si no hubiese llegado a entrar en la selección final.
Si bien siento predilección por las canciones en las que Chad saca la artillería pesada detrás de la batería, Encore supone la excepción que confirma la regla. La percusión, minimalista a más no poder, se limita a marcar el ritmo de un tema completamente llevado por Anthony, quien alcanza en este tema, a mi parecer, su mejor momento del disco. Al principio (y cuando digo principio pueden ser las 10 primeras veces perfectamente), me pasó completamente desapercibido, pero en este momento en el que estoy escribiendo estas líneas, el corte me tiene enamorado gracias a su delicioso estribillo.
Llegados a este punto, The Getaway alcanza su tema (ya saben, esto es una opinión) más flojo del disco. The Hunter no ha conseguido engancharme en ningún momento. Aunque soy de los que agradece las composiciones experimentales, su lentitud consigue crear una sensación de tedio que no remonta en ningún momento. Lo único reseñable es que Kiedis, por primera vez en el disco (hablaremos de ello más adelante) se sale de su zona de influencia habitual, tratando de hacer algo diferente en su trabajo vocal. A pesar de ello, considero que el penúltimo corte del álbum es bastante prescindible.
Y si The Hunter era una canción experimental, se queda muy atrás respecto al cierre del disco. La extraña Dreams of a Samurai hará las delicias de aquellos fans que amen la vena exploradora del grupo. Una intro de Flea al piano sirve para meternos de lleno en una atmósfera oscura sostenida por una continua línea del bajista australiano en un compás poco habitual que parece (parece, ojo, no estoy seguro) una especie de 5/4. Sin embargo, el protagonismo de la canción es para Chad (por fin le oímos con claridad) y para Josh, que tira de juegos de efectos y texturas a los elevados niveles en los que él disfruta. Extraña, muy extraña, pero un buen broche para este curioso The Getaway.
Muchas cosas que reseñar nos deja este undécimo album de estudio de los Red Hot Chili Peppers. En el cómputo global, he de reconocer que en un principio no me entusiasmó el álbum debido a su notable «suavidad». Sin embargo, tras escuchas y escuchas, ha terminado por convencerme. Los Chili Peppers continúan explorando musicalmente y tirando barreras y más barreras para incorporarlas a su sonido. Porque han podido suavizarse, sonar «raro» y haber perdido calidad, pero siguen sonando inconfundiblemente a Chili Peppers. Nunca volverán a esos niveles de excelencia que alcanzaron en sus años de absoluto apogeo (a mi juicio, ese Californication que juntó a los 2 Red Hot, los «guarros» funkys del Blood Sugar y los maduros de By the Way en adelante), pero han vuelto a demostrar que tantísimos años después, continúan sabiendo hacer buena música y conseguir provocándonos sensaciones que ningún otro grupo es capaz de producirnos.
En el tema negativo, me ha dejado bastante frío la producción de Danger Mouse. Si bien tiene buenos puntos como la constante presencia de Flea en las canciones y que por fin ha puesto a Josh a un volumen decente, no me ha gustado en absoluto como ha enfocado las actuaciones de Anthony y Chad.
En el caso del primero, me queda la sensación de que el esfuerzo a la hora de innovar o variar en lo que a las melodías de voz se refiere, ha sido mínimo. Salvo quizá en la mencionada The Hunter, Kiedis en ningún momento se sale de su zona de confort, dando la voz una impresión de repetición constante, de una planicie que a veces puede dar una sensación de tedio o de poca diferencia entre canción y canción. Y eso es un error del productor.
En lo que a Chad y la batería se refiere, tengo que decir que, como batería, me ataca el nivel de procesamiento (incorporación de efectos vía electrónica) al que está sometida la percusión del disco. The Longest Wave, Feasting on the Flowers, The Hunter, The Getaway, Dark Necessities, Go Robot y Encore (estas 4 últimas con soniditos de palmas en los algunos golpes de caja impensables en la banda californiana) cuentan con unos niveles de efectos que lo único que consiguen es tapar la calidad de los ritmos del batería de Minnesota. Otros temas como We Turn Red o Sick Love también exhiben una batería «tuneada», pero no influye tanto como en los cortes mencionados anteriormente. Todo esto nos deja con solo 3 canciones con una batería «limpia». Dislike absoluto.
No todo van a ser críticas al trabajo de Brian Burton. Mostró una gran personalidad e implicación a la hora de fabricar este The Getaway, participando en los procesos de composición y discutiendo todas las decisiones con el cuarteto de músicos. Desde el minuto uno dejó claro que no venía a ser una mera comparsa, echando abajo lo que había y construyendo desde 0 el álbum. Así las cosas, puedo decir que su contribución no me ha parecido mal, pero tampoco notable. Un 6.
El undécimo álbum de estudio de la banda californiana ha salido bueno. Hay quien dice que ya no son lo que eran, y es que es de tontos esperarse que vuelvan a hacer algo parecido a lo que fabricaban hace años. Estos son los nuevos Peppers, en continua reinvención, y podemos dar gracias a que sigan haciendo buena música a pesar de que ya suman más de 30 años de carrera. Por fin Josh ha encontrado su sitio, y eso se nota. Me parece inferior a los grandes Mother’s Milk, Blood Sugar Sex Magik, Californication, By the Way y Stadium Arcadium, pero superior a los 3 primeros, One Hot Minute (hay quien me odiará por poner esto) y I’m with you.
2016 y podemos seguir disfrutando con los Red Hot Chili Peppers. Enjoy.
Puntuación:
Chema Medina
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