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[Análisis] El regreso triunfal de The Get Up Kids con ‘Kicker’

Portada de ‘Kicker’, de The Get Up Kids. Fuente: Bcbits.com

Para un grupo con un legado tan respetado como el de The Get Up Kids, mover ficha supone siempre sortear un obstáculo bastante fastidioso si no se hace con cautela e inteligencia. Siete años tras su último disco de estudio, en el que viraron de dirección con decisión a riesgo de caer en las fauces del inmovilismo fan, los de Kansas nos traen en este pleno 2018 un trabajo que engrandece una discografía que no brillaba con tanta fuerza desde finales de los noventa.

Siendo referentes del movimiento emo-pop, su influencia ha atravesado generaciones, pero sobre todo coloreó una escena que fue un éxito de masas durante los primeros 2000, entre los que destacan blink-182, Fall Out Boy o Saves The Day. Es ese acercamiento acelerado hacia la industria lo que removió el concepto del emo y supuso un consecuente alejamiento a otros sonidos menos MTV. Con ello el quinteto, mutó consecuentemente su fórmula casi invencible de grandes riffs, letras empapadas con vivencias personales, juegos de sintetizadores y estribillos infecciosos por una senda que ha ido profundizando en nuevos y frescos espacios. Un camino que han decidido retorcer ciento ochenta grados en este último lanzamiento.

Alejados por tanto tiempo del estudio podría parecer que el grupo se encuentra oxidado y poco inspirado, pero Kicker es la muestra de que todavía pueden aportar música con una calidad pasmosa. Un pequeño pero enorme paso con cuatro temas que son un torrente de matices, asequible, pegadizo y que nos lleva hasta los tiempos del ya clásico Something To Write Home About (1999). Es cierto que estamos ante un esfuerzo conservador que se aleja de la búsqueda de nuevos horizontes, sin embargo, sirve de puente entre esta etapa más madura y los jóvenes que construyeron lo que sería una referencia vital para un género que se expande hasta nuestros días. Una consideración que parece sencilla a simple vista, pero que es muy difícil de ejecutar. Millones de músicos han optado por copiar su sonido clásico y se han deshinchado estrepitosamente. Por eso es que apreciamos de todo corazón el mimo que han puesto en estas composiciones.

Si tenemos poner una pega es que el EP no haya acabado convirtiéndose en un larga duración. Esto es una guía para que la nueva oleada de pop-punks tomen en nota como se escriben buenas canciones y para saber cómo movernos sin complejos bajo el sol.

Maybe

La pista de baile se caldea con el baile que forman las guitarras y los sintetizadores. La voz de Matt Pryor marca una melodía que nos es familiar sin que haya un factor peyorativo en ello. El estribillo rebota con fuerza en las paredes y nos hace descender hasta un puente algo más reflexivo para volver a la energía pop-punk en el final. Fue el primer adelanto del conjunto, y tiene sentido, porque muestra el lado más popero de la banda. Una muestra de la impresionante capacidad de estos chicos-ya  señores- de haber resucitado su propio sonido.

Better This Way

Jim Suptic toma las riendas esta vez en lo vocal en un prisma más indie, pero que sigue manteniendo la atmósfera del primero. La delicadeza está incrustada en los versos donde el bajo coquetea con una línea de guitarra que se arrastra nostálgicamente. En el clímax los timbres de Pryor y Suptic se entrelazan ofreciendo uno de los momentos más contagiosos del conjunto. Otro temazo.

I’m Sorry

Las teclas de James Dewees aparecen otra vez para iluminar el track con un aura ochentera que adquirieron Motion City Soundtrack tiempo después. I’m Sorry destaca por su simpleza, exactamente igual que en el resto de las canciones, alejadas de la complejidad post-punk de There Are Rules (2010). Todo esto supone un “revival” de su etapa old school en pos de la experimentalidad. Claramente esto puede ser algo que deberíamos criticar, pero es que la funcionalidad de este EP es otra, y su música, aunque es más accesible, desborda genialidad.

My Own Reflection

Cerramos con tristeza lo que podría haber sido un discazo si hubiese mantenido esta calidad en cinco o seis pistas más. Como final My Own Reflection sí que aspira a ser un poco diferente a los pildorazos punk rockers de antes, quizá por su naturaleza más contenida. Lejos de ser una composición compleja, sí que hay instantes en los que se siente una elaboración más trabajada. Una despedida magnífica para esta brevísima pero intensa experiencia

Conclusión:

The Get Up Kids vuelven rescatando la fórmula que conformaron hace ya dos décadas, en la que la emoción y la melodía tenían cabida, formando algo único que fue copiado hasta la saciedad por el pop-punk. Es verdad que se aleja de la etapa más arriesgada estilísticamente, pero es que los temas son tan buenos y respetan tanto su legado que se agradece con sinceridad. Ahora solo esperar a que lancen un LP, que sabemos que ya están preparando.

Puntuación: 4,5/5

 

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