Pocas leyendas del heavy metal pueden decir que han podido alcanzar el top 5 en Billboard con un nuevo álbum en 2018, sin embargo, Judas Priest lo ha conseguido. A pesar del retraso en la salida del nuevo disco,debido a la enfermedad de parkinson que sufre Glenn Tipton y su posterior despedida como miembro del grupo, Firepower ha conseguido devolver la frescura y solidez a Judas.
A pesar de ser un extenso proyecto de catorce canciones, es un disco que no deja indiferente a nadie. La apertura con la canción Firepower ya marca unas altas expectativas que nos recuerda mucho a la aclamada Painkiller pero con mucha más contundencia y cuerpo. Lightning strike y Evil never dies siguen marcando el cuerpo de un grupo que, aparentemente, ha renacido con más experiencia y seguridad que nunca.
Y no es un suceso habitual para las leyendas de cualquier género musical. El disco decae ligeramente, pero no por la contundencia de sus canciones, sino por su longevidad. A veces más es menos. Por otra parte, Rising from ruins consigue destacar muy favorablemente, y la balada final Sea of red pone el punto final al más puro estilo de himno.
Más allá de parecer un proyecto que anuncia la gira despedida de una de las bandas más influyentes de la historia, han logrado consolidar las canciones de su nuevo disco como el regreso de esos factores que una vez encontramos en Painkiller y que los posicionaron en lo más alto. De momento podremos seguir disfrutando de la intachable voz de Rob Halford a sus 66 años, las apariciones intermitentes de Glenn Tipton en algunos de sus conciertos a pesar de su estado de salud, Ian Hill al bajo, Richard Faulkner y Andy Sneap con esos riffs de guitarra con influencias de Black Sabbath y cómo no, el inconfundible Scott Travis a la batería.
La MusiKalité 