Aprovechando que el pasado 21 de septiembre fue el Día Mundial del Alzheimer, y dado que apuesto fuertemente por la visibilización y conocimiento de esta y otras enfermedades mentales que afectan silenciosamente a millones de personas a lo largo del mundo, hoy haremos un breve repaso a un tema que me parece realmente interesante, sobre todo para aquellos que, como yo, se encuentren en la tesitura muchas veces de tener que lidiar con algunos de los síntomas que estas enfermedades provocan.
Si bien es cierto que, sin lugar a duda, los que más sufren son los propios enfermos, dada la naturaleza cruel de estas patologías, aquellos que nos encontramos alrededor de los pacientes, seamos familiares o cuidadores, podemos llegar a encontrarnos en situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia y, aunque no lo parezca, hasta nuestra propia salud puede verse afectada.
Por ello, creo conveniente, en primer lugar, decir que las siguientes líneas, aunque dirigidas esencialmente a la ayuda paliativa de los síntomas de los enfermos, también pueden ser realmente útiles si se ponen en práctica entre quienes rodean a los enfermos.
Si pidiéramos una lista de enfermedades mentales, una de las que aparecería sin duda entre los primeros nombres sería el Alzheimer. Y no es por casualidad, pues se estima que es la enfermedad mental más extendida entre la población mundial perteneciente a la tercera edad. A muchos, también, les sonará el Parkinson o la Demencia Senil, o demencia asociada al envejecimiento.
Sin embargo, y a pesar de ser cierto que el Alzheimer es, a nivel mundial, la causa principal de demencia en pacientes de más de 65 años, existen muchas otras enfermedades que no son suficientemente reconocidas, y que afectan igual o más que las mencionadas anteriormente en España, como la Demencia por Cuerpos de Lewy, que tengo la mala suerte de haber conocido, el Trastorno Obsesivo Compulsivo o los Trastornos Límites de la Personalidad.
Quizá, en cuanto al tema que vamos a tratar hoy, esto que acabo de decir no sea de especial relevancia, pero creo que es esencial dar la misma importancia a todas las patologías por igual, puesto que en algunos casos es posible encontrarse ante una falta de literatura médica que imposibilita el tratamiento eficaz de algunas de ellas, y eso, en gran medida, se debe a su gran desconocimiento generalizado.
Dicho esto, y teniendo en cuenta que una enfermedad mental como el Alzheimer, que será la que hoy tomemos como ejemplo, comporta muchos más síntomas de los que le asociamos típicamente, como la dificultad de memorizar o recordar algunas cosas, e incluso confundir personas o situaciones.
Algunos síntomas, principalmente derivados de los síntomas primarios como son la imposibilidad de recordar o las alucinaciones, pueden ser depresión, crisis de pánico o ansiedad.
Y estos efectos, por duro que pueda parecer, no tienen solución en una persona enferma de Alzheimer, porque es una enfermedad degenerativa, lo que significa que no hay manera, hoy en día conocida al menos, de revertir los estragos causados en el cerebro.
Es por esto que la única “solución” es intentar paliar el efecto que estos síntomas provocan. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de veces resulta inútil intentar siquiera medicar a un paciente para tratar la depresión, porque obstaculiza el tratamiento de otros síntomas, por ejemplo.
Por esa razón, y porque, como vimos en un post anterior, la música tiene una capacidad extraordinaria para interactuar con nuestro cerebro, que la musicoterapia es uno de los tratamientos que más en auge se encuentran en los últimos años.
No obstante, no es algo que podamos llamar “nuevo”, puesto que el concepto viene de lejos. Sobra decir que, en la antigüedad se consideraban las enfermedades como consecuencia de maleficios o ritos satánicos cuyas víctimas, los enfermos, solo podían sanar mediante rituales en los que la música lo ayudaba a reconectar con la madre naturaleza, restaurando el famoso equilibrio entre los humores.
Fuera un poco ya de la fantástica historia de la medicina, lo que quiero decir es que es asombroso cómo, sin saber por qué exactamente, el ser humano ha sido capaz de aplicar una técnica que sigue siendo válida aún hoy a lo largo de los siglos.
El objetivo de este tipo de tratamientos suelen ser la depresión, la ansiedad, las crisis de pánico o las paranoides, en algunos casos intentando paliar la intensidad de estos o su frecuencia, apelando a la finalidad principal de los sentidos, que no es otra que ayudarnos a estar preparados para reaccionar a cualquier cosa que ocurra en nuestro entorno.
De esta forma, aplicando técnicas pasivas, que implican que el paciente solamente tenga que escuchar, se consigue que el cerebro cambie la actitud de la persona sin esta darse cuenta, mientras que un tratamiento activo pretende estimular algunos sentidos además del oído, como la vista o el tacto, principalmente, con el fin de realizar asociaciones temporales que puedan ofrecer una respuesta más eficiente a aquello que queramos tratar.
Teniendo en cuenta esto, y ya como un consejo personal que os doy, si sois familiares, cuidadores, o ambos, de una persona que padece una enfermedad mental, y observáis la aparición de algunos de estos síntomas, tened en cuenta que lo principal es la ayuda médica, pero lo que más agradecerán será vuestra compañía y comprensión, y muchas veces la música ayuda a ello. Así que, si no lo habéis probado todavía, tenéis al alcance de vuestra mano una de las mayores fuentes de tranquilidad que existen.
Aprovechadla, no solo con aquellos que estén enfermos. Aprovechadla vosotros y vosotras, por vuestra propia salud, y porque quienes estén a vuestro cuidado os necesitan en plenas condiciones.
Si tenéis interés en este tema, os dejo el siguiente vídeo de Neuras Ciencia, que explica bastante mejor que yo los beneficios que puede aportar la musicoterapia a la gente que la pueda necesitar:
Para finalizar, quisiera dar todo mi apoyo a todos aquellos y aquellas que estén pasando por una época complicada, con familiares enfermos o no, y reconocer el grandísimo esfuerzo que hace cualquier persona que tenga que cuidar de un enfermo mental.
Mucho ánimo a todos, porque poco a poco todo va mejorando, de una manera u otra, así que por el momento no os vengáis abajo y tomaos un respiro si os hace falta.
¡Hasta la próxima!