Un miércoles cualquiera salí de trabajar a mi hora de siempre para asistir a un concierto que sabía que iba a ser muy especial para mí. Pocos saben que hace un par de años, cuando quise colaborar con mis compañeros de La Musikalité, por primera vez, decidí enviar el que había sido mi último escrito sobre el concierto de 2017 que dio The Maine en la Sala Bóveda, aquí en Barcelona. En esa ocasión no fui como prensa, sino como una fan más, muy seguidora de un grupo de Arizona que simpatizaba con muchos de mis grupos favoritos como The Summer Set o A Rocket To The Moon, referentes del mismo estilo pop-rock con pinceladas de otros subgéneros. Y esta vez, pese a que ya tenía entrada desde verano, fui confirmada como prensa solo un día antes del concierto, algo que me hizo aún más ilusión.

Después de coger un bus que me ayudó a cruzar toda Barcelona en unos 45 minutos, conseguí llegar justo en el momento en que los encargados de abrir el concierto, Stand Atlantic, empezaban con Lavender Bones. Ya solo en la entrada me crucé con el cantante de The Maine, John O’Collaghan y el guitarrista y segunda voz, Kennedy Brock, que me saludaban amablemente. Dentro esperaban Jared Monaco, guitarrista solista, Garrett Nickelsen, bajista y en este caso el batería Pat Kirch no acompañaría a su grupo de gira debido a su reciente boda en Arizona y a la espera de su primer hijo. Por lo que en esta gira, The Maine iba a disponer de un sustituto de manera temporal. Pat, por otro lado, está encantado desarrollando su faceta fan en redes sociales para seguir todo lo que hacen y las experiencias que viven sus compañeros de grupo.
Cómo bien os decía, Stand Atlantic consiguió ir animando el ambiente poco a poco. Los australianos tocaron sus mejores canciones ante un público que los acogió muy bien, incluso tuvieron a un grupito super motivados que intercambiaban mucha complicidad con ellos. Algunos de los temas más disfrutados fueron Hate Me (Sometimes), Lavender Bones, Speak Low y la última actuación que nos dejó a Bonnie Fraser caminando por la barra de Bóveda.

Y seguidamente llegó el momento más destacado de la noche, la actuación de The Maine. que pusieron unos ‘visuals’ de una cuenta atrás y un ‘8123’ tanto al principio, como al final del concierto, uno de los mayores símbolos de The Maine en los últimos años, qué significa la unión del grupo y de sus fans, personas diferentes que se han encontrado entre sí con un mismo objetivo: aprovechar esa conexión con la música para ser libres y despreocuparse de lo abrumadora que puede llegar a ser vivir tu propia vida.
La primera canción del set fue de su último álbum You are OK con fecha de salida de marzo del 2019, sin duda un álbum que ha ido mejorando con el paso de los meses y de las escuchas. El concierto ya empezaba fuerte con Slip the Noose y My Best Habit, este segundo ha sido single de la banda en esta nueva etapa. El principio en a capella de Slip the Noose ya era coreado por el público a pleno pulmón, para luego saltar y bailar durante toda la canción. Cada miembro de la banda interactuaba totalmente con el público, algo que ya prometía una cercanía maravillosa con un grupo que lleva más de 10 años en los escenarios. John nos dejaba total espacio para cantar durante las partes más significativas de las canciones, y su expresión de satisfacción era el mejor regalo que podíamos darle. The Maine nunca falla, pero sus fans tampoco. My Best Habit fue igual de aclamada que la primera canción, pese a ser del último álbum, y el grupo también hizo participativo al público. Todos nos divertíamos de distintas formas y muchísimas personas interactuamos unos con otros positivamente sin conocernos de nada, hecho que demuestra lo sano que es su ‘fanbase’.
La tercera canción del set fue muy deseada, Like We Did (Windows Down) de Pioneer, uno de los mejores álbumes de la carrera del grupo. Esta canción ha sido siempre de las favoritas del público, para tocar de tanto en tanto (aunque cuesta muchísimo elegir) y habla sobre la juventud, sobre esas noches con tus amigos o tu pareja donde simplemente os lo pasabais bien sin pensar en el que vendrá, y sobre lo bonito y puro que era sentirse así, tan fácilmente. Y sin duda esa noche en el concierto muchas personas se sintieron exactamente así: libres.
La siguiente canción fue uno de sus temas más antiguos y más cantados por los fans, Inside Of You, y debo decir, una de mis canciones favoritas pese a hablar de desamor. Recuerdo exactamente cuando salió esta canción y todo el impacto que tuvo en su carrera, igual que Into Your Arms que fue un auténtico hit viral. Me dejé la voz cantando Inside Of You, no os lo voy a negar, y fue tan intensa que el público no se equivocaba en una sola palabra de toda la canción. Una vez acabada la canción, noté que el corazón me iba a mil, parecía que iba a salirse del pecho y por la mejor de las razones. Todos lo estábamos disfrutando muchísimo.
Don’t Come Down fue la siguiente canción, que daba entrada con esos acordes tan característicos. Y en esta ocasión todos nos pusimos a bailar, cantar y a saltar en el puente de la canción. Fue totalmente increíble y desprendían una energía tan positiva que parecía como si pudieran llevarse todo lo malo que tuvieras dentro, todas esas preocupaciones y resquicios de las malas experiencias que nos aportan aprendizajes diarios.
Las dos siguientes canciones juntas fueron una absoluta bomba de relojería para que el público se soltara totalmente. Heaven, We Already Here, es una de las canciones más potentes de su último trabajo, con toques mucho más rockeros y característicos que me recordaron a la mejor etapa de 30 Seconds To Mars, por ejemplo. Y sobre todo la letra es apabullante e inspiradora y habla sobre lo importante que es vivir el momento intensamente. Imaginemos poder transmitir mensajes tan potentes en directo como lo hacen ellos, porque no tienen precio.
Y otra de mis favoritas llegó justo en el momento en que más lo necesitaba, Am I Pretty? fue sin duda, una de las favoritas de TODO el público, un himno para quererse, aceptarse, y no conformarse con lo que la sociedad dice de nosotros o con esperar la aceptación de los demás, al menos ese es el mensaje y contexto que le doy. John no paraba de dejarnos cantar, bailar, de decirnos que ese era nuestro lugar seguro y animó a abrir un hueco en medio del público para que todos pudiéramos bailar individualmente, en grupo o en pareja, como quisiéramos. Incluso él bajó a bailar uno a uno con todos aquellos que quisieran, sin vergüenza, con descaro y para ser felices todos con todos. Yo me atreví a meterme también en el meollo, sin saber muy bien cómo y me sentí liberada de poder bailar y que me diera igual absolutamente todo. Y en frente de uno de los grupos que más me gustan. Luego de que John bailara con todos nosotros, se puso en el medio, nos alentó a que nos acercáramos a él, bajamos todos al suelo, y saltamos todos juntos como si no hubiera un mañana. Ver a una persona así, comportarse tan confiado y normal como si nos conociera a todos de toda la vida, da muchísima esperanza en el ser humano. Y todos cantamos el estribillo juntos hasta acabar cansadísimos, aunque listos para seguir con esta experiencia tan bonita.
Fucked up kids y Lovely fueron un canto a la soledad, pero a la soledad esperanzadora, a esa soledad que todos necesitamos para conocernos, para hacer las cosas a nuestra manera y para crecer como personas. Porque estar solo no significa que estés roto, solo que te gusta hacer las cosas por ti mismo. Aunque en otros casos, necesitamos estar solos para resurgir de nuestras cenizas. Sin duda fue el momento relajado de la noche, aunque no por ello menos cantado, ya que absolutamente todos los componentes no nos dejaban ni un solo minuto solos.
Bad Behaviour fue otro de los temas más bailados y más cantados, la gente tampoco perdía el hilo ni un segundo. Incluso cantábamos todos los coros y onomatopeyas que pudieran haber en la canción. Y lo que nos gusta un bailoteo a los fans de The Maine, que tan pronto lloramos como nos ponemos a cantar, como si de verdad le estuviéramos cantando la canción a alguien a gritos.
How Do You Feel? fue otro canto desgarrador a esas personas rotas, que debemos escucharnos, y liberarnos de todo lo malo que nos esté pasando y no nos aporte absolutamente nada. Fue otra de las canciones por excelencia más cantadas. A todos nos llega su letra y si grito desesperado a la liberación de uno mismo y la gestión de las emociones. Y es que The Maine siempre nos comprende en estos temas tan triviales para la sociedad. En ese sentido me encantaría recalcar los speech de John, que nos contaba que la última vez que estuvo en Barcelona, por 2017, hace 3 años, él no estaba bien mentalmente, pero que ahora sí lo estaba, un motivo más para tener esperanza en que todo puede mejorar, todo puede cambiar a mejor si seguimos luchando con todas nuestras fuerzas.
Tras esta canción todo el grupo abandonó el escenario dejando solo a John, con una guitarra, que nos empezó a preguntar qué canciones queríamos que tocara con apenas los pocos acordes que sabía. Obviamente me sentí muy identificada. Todos cantamos a mitos de la música como Green Day, All Star, Avril Lavigne, Blink 182, junto a él, e incluso nos regaló un minutito de la canción de The Maine 24 Floors, que habla del suicidio, otro de los temas tabúes en nuestra sociedad, y de cómo siempre hay algo que puede darte la vida, y ayudarte a quedarte y luchar.
Y tras eso llegó la más esperada de todas las canciones, (Un)Lost, un himno para todos sus fans, que en muchas ocasiones han decidido tatuarse esta palabra en honor al grupo. Sin duda es un canto a la búsqueda de uno mismo a lo largo de la vida, a la aceptación y aprender a quererse, a superar las adversidades, a tomárselo con calma y a las enfermedades mentales. Fue el momento más emotivo de la noche, en el cual escogió a una maravillosa fan para que cantara el estribillo con él mientras la acompañaba a la guitarra. Y lo mejor fue que todos la aplaudimos, cantamos con ella y nos emocionamos muchísimo.
La siguiente canción del set fue mucho más para bailar, un rollo mucho más indie aunque con un estribillo rockero, Tears Won’t Cry (Shinjü) de su último disco fue la canción puente antes de las últimas canciones del concierto.
Y llegó otra de las que yo creía que era esperada aunque no me dio la sensación de que lo fuera tanto. I Must Be Dreaming fue una de esas canciones antiguas, single indiscutible de su primer álbum que regaló a los más nostálgicos, una de esas canciones tan bonitas y simples de cuando el grupo estaba empezando. En muchos sets han ido añadiendo y quitando esa canción así que fue una sorpresa que la incluyeran en este tour. Un caramelo para los fans desde el principio.
Black Butterflies & Déjà Vu y Numb Without You fueron apoteósicos y era evidente la gran presencia que iban a tener por haber sido singles de sus dos últimos álbumes respectivamente. Además el público también tuvo muchísimo peso en todas las partes corales, a capella y además John fue pasando el micro libremente a todo aquel que se supiera un poco de cada canción. Nos volvió a poner en la cresta de la ola a todo el público, y ya era el final del concierto. Literalmente enloquecimos.
Y por último, en este set decidieron acabar con Flowers On The Grave, que ha sido el claro canto a la vida y a uno mismo de este disco. El nuevo Growing Up o Another Night On Mars diríamos, pero mucho más dedicada a la vivencia de uno mismo. No podemos cambiar lo que ya nos ha pasado, lo que ya hemos vivido, pero podemos seguir siendo nosotros mismos, otra versión mucho más madura, aprender de nuestros errores, querernos y vivir la vida de la mejor manera posible. Sin duda, fue un final maravilloso, con visuals de todos los miembros del grupo, Pat incluido; con unas instrumentales maravillosas, y todos juntos cantando el estribillo de la canción una y otra vez hasta el final. Un momento totalmente terapéutico, todos cogidos de los brazos unos con otros hasta que se apagaron las luces y solo pudimos aplaudir.
No sé qué más puedo decir, fue absolutamente mágico. Me fui del concierto con lágrimas en los ojos, y aún sigo escuchando a The Maine todos los días desde entonces.