Residente siempre se ha caracterizado por hacernos vibrar con su música, bailar hasta que nos duelan las caderas, y todo ello sin dejar de reivindicar las causas que él considera justas. Desde que comenzó su actividad musical en el 2004, el chico de Hato Rey se ha convertido en un icono de la música latina; primero con su proyecto Calle 13 y, más tarde, cosechando éxitos en solitario. Además, siempre se ha caracterizado por tener una conexión muy especial con su público, y cuando ve que éste se encuentra en apuros, acude raudo al rescate con un ritmo que hace olvidar todas las penas. Y con una pandemia azotando todos los confines del globo terráqueo, si algo nos sobra es tristeza.
Sin embargo, Residente ha madurado, y esta vez para momentos difíciles ha traído canciones mucho más serias. Nos ha hecho ver que es persona, y que le afectan del mismo modo que a nosotros todas las incongruencias, toda la violencia que la incertidumbre supone para el ser humano. Primero nos presentó René, uno de sus trabajos más hermosos y personales, en el que canta a toda su vida y a las pesadas piedras que fueron apareciendo en su camino. En el tema, cuyo título es su nombre real, se desnuda completamente y desmitifica la vida de lujo y diversión que en el imaginario colectivo supone la vida de un artista. Mundialmente reconocido y admirado por todos, el pequeño René que jugaba en la “calle 13” del barrio de San Juan tuvo problemas con la justicia, perdió a familiares y amigos y pasó hambre y necesidad.
René (Residente, 2020)
Y cuando creíamos superada la debacle emocional que nos causó esta canción, el rapero vuelve con otro tema, pero esta vez para llenarnos de esperanza y reducir con notas musicales la distancia social que nos hemos visto obligados a mantener.
“No volvamos a la normalidad, mejor comencemos de nuevo”. Con este rótulo en blanco sobre un fondo negro comienza Antes de que el mundo se acabe, la canción que Residente dedica al amor en tiempos tan convulsos como los que vivimos en la actualidad. Apela al término “nueva normalidad” que tanto se usa estos días para tranquilizar a la población, porque no hay nada que cause más angustia en el ser humano que sacarle de su zona de confort. Sin embargo, todos sabemos que esto no es más que un placebo, ya que esta época ha acabado con todo lo conocido y con los esquemas mentales de lo que quedaba por conocer. Así que René nos propone cambiar esa “nueva normalidad” por un “nuevo comienzo”, que dadas las circunstancias, es una interpretación más realista de la situación. E incluso más apetecible, más esperanzadora.
Si algo hemos sufrido más que nada ha sido tener que estar separados a la fuerza de todos aquellos a los que queremos. Hemos estado tres meses enganchados a una pantalla para poder hablar con nuestros amigos y familiares. Sin embargo, la temática escogida para esta canción, probablemente por ser la concepción tradicional de “amor” que se usa en la mayoría de producciones musicales, es el distanciamiento social que han experimentado las parejas. Muchas han tenido la suerte (esperemos) de haber vivido el confinamiento juntas, pero la gran mayoría ha tenido que adaptarse a las circunstancias y explorar otros modos de ser. Y se ha hecho difícil. Con frases como “de cerca o de lejos tú me subes el sistema inmune” o “por eso yo te protejo, y tú me proteges”, es un homenaje a todos ellos que han aceptado y han resistido, han hecho caso a las indicaciones sanitarias y se han quedado en casa. Y ahora empiezan a poder reencontrarse, y darse todos esos besos que se deben.
Antes de que el mundo se acabe (Residente, 2020)
Porque todo hay que decirlo, de esos besos va la canción, precisamente. En un momento en el que se ha vuelto imposible para los artistas realizar videoclips de las canciones que han ido sacando, se las han tenido que apañar para ofrecer un contenido audiovisual de calidad a sus seguidores. No es que “una imagen valga más que mil palabras”, porque la representación sin nada que la acompañe no muestra el significado completo sino meras percepciones. Simplemente es cercanía, mostrar que siguen estando ahí. Y aunque en primera instancia el videoclip de Antes de que el mundo se acabe parezca la idea más sencilla del mundo, juega de forma inteligente para calar en la audiencia, emocionarla y permanecer en su cerebro y en su corazón.
El videoclip que nos trae Residente son nada más y nada menos que ocho minutos de canción, que si ya a Queen le costó con Bohemian Rhapsody y sus nueve, en el panorama musical actual de canciones de tres minutos podría parecer un suicidio profesional. Pero el de Puerto Rico se las ha ingeniado para mantenernos enganchados a la pantalla con una fórmula magistral: utilizar a 113 parejas de todos los lugares del mundo besándose apasionadamente. Y además, todas ellas son figuras reconocidas; Ricky Martin y Jwan Yoseg, Ana de Armas y Ben Affleck o Messi y su mujer Antonela (a los que además nadie nunca hubiera imaginado tan apasionados, y corregidme si me equivoco). Esa intriga por reconocer las caras que se besan nos abre una ventana a su intimidad, a imaginarlos en el ámbito privado y a conocer una faceta que nunca antes habíamos podido ver. Fuera de los focos y el glamour, estamos viendo a personas que se quieren, que sienten y que han sufrido incertidumbre al igual que todos nosotros. Y desde un punto de vista antropológico, el ser humano siempre busca sentirse identificado con lo que ve para hacerlo suyo y para vivir de forma vicaria a través de las imágenes todo aquello que desea. Si lo pensamos fríamente, tiene sentido: Residente invita a todas esas parejas que sueñan con poder volver a besarse más pronto que tarde a un recital de cariño y complicidad, como diciéndoles “no os preocupéis, que todo esto volveréis a hacerlo muy pronto con la persona en la que pensáis al ver este videoclip”. Aunque si no tienes pareja a lo mejor no es recomendable, porque puede que te ponga los dientes muy, muy largos.

La letra reposa sobre una base sencilla y, como hemos comentado anteriormente, contiene frases hermosas que hacen reflexionar sobre las relaciones de pareja en un momento como el actual; que a veces puede verse incluso apocalíptico. Sugiere que, ante la imposibilidad de salir a la calle, nos demos todos los besos que queramos por si el mundo se acaba. Esto, a su vez, es una reminiscencia a esa mencionada “nueva normalidad”: el mundo tal y como lo conocíamos ha acabado, o sea que toca empezar otra vez. Y además, el mensaje es extrapolable a todas las relaciones personales que establecemos con el mundo. No sé vosotros, pero yo me muero por poder darle un buen beso en la cara a mis amigos o a mis familiares.
Podríamos decir que Residente lo ha vuelto a hacer, pero verdaderamente nunca se había ido. Eso sí, nos brinda una de las producciones audiovisuales más creativas de la cuarentena con un mensaje que, aunque puede parecer una simple estrategia de marketing, es sincero y llega al corazón. Por ello lo de la imagen y las palabras: el videoclip por sí mismo resultaría algo incómodo y la canción por sí sola se quedaría en un tema “sensiblón”. Pero mostrar a personas (porque aunque sean rostros conocidos no dejan de ser personas) queriéndose sin ataduras, queriéndose como lo deberíamos hacer siempre y queriéndose aunque la realidad que conocíamos se hay roto en mil pedazos es justo lo que necesitábamos para sentirnos un poco mejor.
Hay opiniones para todos los gustos en torno al nuevo tema de René, algunas personas le pueden achacar que apele al sentimentalismo en una época como esta para conseguir más reproducciones, y otras estarán a moco tendido dándole al replay en YouTube. Por mi parte, me quedo con que hemos de empezar de nuevo en lugar de intentar recuperar una normalidad que, en muchos casos, no era para nada deseable.
Y que en cuanto sea posible, nos demos todos esos besos que nos debemos con las personas a las que queremos, «antes de que el mundo se acabe».
Que ya va siendo hora, ¿no?