La banda madrileña Never Draw Back (David Corrochano, 2016)
La escena del pop punk en España necesita a Never Draw Back. Siempre lo ha hecho. Han pasado ya cinco años desde el lanzamiento de su último álbum Decisions, con el que se posicionaron como una de las bandas más talentosas del género y recorrieron diversos puntos del país.
Recuerdo cuando les descubrí por aquella época, como cabezas de cartel de un Another Pizzafest al que no logré ir por una falta total de poder de persuasión (en resumidas cuentas, mi madre no me dejaba. Asumo que el plan de desplazarme sola a Madrid con dieciséis años fallaba desde el principio). Por aquel entonces, contaban con nueve años de trayectoria a sus espaldas, llegando a participar en el Resurrection Fest. O sea que la carta de presentación era muy atractiva, por lo que necesité poco tiempo para indagar en YouTube y ver qué tenían que ofrecerme.
No tardaron en convertirse en uno de mis grupos de pop punk y hardcore melódico de referencia. Tenían reminiscencias de muchas de mis bandas favoritas, pero con un toque que les diferenciaba. Cuando escuchas una de sus canciones, inmediatamente sabes que se trata de Never Draw Back; ya sea por el ritmo frenético, los golpes de guitarra o las voces. Y añadiré que he tenido la ocasión de verles en directo dos veces: en Alicante junto a Banana Duck y a Pelicans; y en Madrid con Upside Down y Roam. Sus directos incrementan aún más los sentimientos que generan las canciones, convirtiendo el show en una auténtica locura de la que realmente no sabes cómo escapar, pero tampoco quieres. En mi opinión, innovar en el pop punk resulta complicado sobre todo por el público: buscamos melodías y letras que vayan más allá del mero sentimiento de vacío en una ciudad que no nos entiende pero, a la vez, que las bandas mantengan el rígido esquema de happy songs and sad lyrics, porque si no no nos resulta auténtico.
No sé si a Alfon, a Álvaro, a Fabio, a Javi y a Pablo, los miembros de la banda procedente de Madrid, les persiguió ese sentimiento. Pero han estado un largo tiempo preparando algo con lo que sorprendernos y demostrarnos que la escena sigue tan viva como ellos. El 27 de septiembre de 2019 publicaron Massive Cobra, un single que anunciaba que algo se cocía en su laboratorio. El 21 de abril nos lanzaron otra píldora a través del medio The Backstage publicando un nuevo single, Thightrope.
Y finalmente, el pasado 22 de mayo nos regalaron The Journey Is What It Matters, un EP que consta de seis canciones en las que el grupo sigue aportando su sello personal pero con una notable madurez. Un mensaje directo, que incluso nos da un halo de esperanza para entender que, por muchas piedras que aparezcan en el camino, tenemos la capacidad para sortearlas. A su vez, el trabajo constituye un homenaje a su carrera y a los obstáculos que ellos mismos han tenido que hacer frente, demostrando que al final del día el viaje que han realizado es lo que realmente importa.
El EP comienza con la Intro, que a nivel totalmente personal y subjetivo me hizo especial ilusión, porque incluye cortes de algunas de sus canciones anteriores. Never Draw Back nos recuerda el inicio del camino y nos pone nostálgicos: los que hemos escuchado sus temas desde hace algún tiempo nos encontramos a nosotros mismos con otras caras, otras preocupaciones y otros sueños.
Después de esos diecinueve segundos de recuerdos, entra con fuerza Same Old Chords, su segundo tema. Los acordes mayores y el ritmo hacen que la canción tenga un carácter más optimista, aunque conserva cierto grado de melancolía. Lo podemos comprobar en la misma letra: “Ten years ago today, we chose to dream and build our fate”. Y se acuerdan de todos sus seguidores y los buenos momentos que pasaron junto a ellos en los conciertos: “Every memory is so great, from all the shows we´ve played”. Hasta el final del primer estribillo la canción sigue un ritmo más pausado, pero en la estrofa siguiente lo aceleran a su modo característico, y las guitarras acompañadas de los golpes de batería confirman que siguen fieles a su estilo, ante cualquier escepticismo.
Same Old Chords es una canción que te acompaña, que te abraza; el tema que imaginas cantando a pleno pulmón junto a tus mejores amigos en un concierto rodeado de gente que comparte más cosas de las que cree sin siquiera conocerse. Pero no lo hace con unas letras que sobrepasan el límite del sentimentalismo, sino de la manera que solo el pop punk sabe hacer: de forma fresca y canalla, un poco adolescente.
Stop, Drop & Roll es una declaración de intenciones desde el primer acorde. Comienza de una forma potente, al más puro estilo A Day To Remember. Los compases y la armonía siguen totalmente la línea del género, así como la letra, que nos habla sobre el sentimiento tan generalizado de que no paramos de “cagarla”, hagamos lo que hagamos. Sin embargo, noto un valor diferencial en estas letras tan recurrentes en el mundo del pop punk: la banda, lejos de autocompadecerse y limitarse a escribir una canción sobre lo horrible que es la vida porque todo lo hacemos mal, invita a perdonarse a uno mismo e intentar olvidar aquellos fallos que cometemos.
Es realmente interesante el juego de voces que hace la canción, entonando las frases como si fuesen preguntas y respuestas en la cabeza de una misma persona. Asimismo, los coros que utilizan emulando una multitud que grita con rabia aportan mucha fuerza, y genera en el que escucha el tema una vibración difícil de contener.
Massive Cobra es el primer single que pudimos escuchar de la nueva bomba que los madrileños tenían guardada para nosotros. Y aunque se suponía que era un pequeño aperitivo, podría pasar perfectamente por el primer y segundo plato juntos. Destacan desde un primer momento las guitarras, que entonan una melodía pegadiza e incluso tarareable. Las tonalidades mayores y la letra nos ubican en un contexto ligeramente optimista: llegamos a un mundo nuevo en el que nada tiene sentido, en el que tenemos mucho que dar y nos queda mucho por vivir. Es un tema con un cierto carácter de colectividad que estaría muy bien aplicar en nuestros días.
Especialmente atractivo el riff de guitarra que se repite durante un par de compases a partir del minuto y veintiocho, ya que le da un toque muy especial a la canción; así como la gran pincelada de auténtico hardcore melódico en la forma de hacer las preguntas “Are you ready? Ready for what?”. En definitiva, la canción es una gran representación de Never Draw Back y su estilo, una misión espacial que nos hace partícipes a todos de un terreno que creemos conocer, pero que en realidad contiene multitud de rincones aún por explorar. La cuestión de si ese terreno es físico, o es intangible y se encuentra en nuestro interior, la dejamos al gusto del consumidor.
El tema que sigue es Tightrope, también publicado unos meses antes del lanzamiento del EP. Esta vez, la banda toma partido como bien diría Gramsci, entona una letra cruda y adquiere un posicionamiento más serio ante temas un poco más sensibles. Lejos de la tristeza melódica característica del pop punk, arranca de forma certera y con acordes menores, sin perder el dinamismo que se acelera aún más cuando comienza la letra. La voz habla con agonía de una historia de toxicidad en una relación, en la que uno de los miembros de la pareja (no sabemos si hombre o mujer) está hundiendo al otro (esta vez sí, a una mujer).
La banda, además de castigar con versos llenos de furia a la parte maltratadora, tiende una mano a la otra persona a través de sus canciones (“Hope this song could bring you all the love that you need”). De este tema destaca enormemente el ritmo: la batería no para ni un segundo y, aunque en determinados momentos puede parecer desconcertante, tiene en realidad todo el sentido según el significado de la letra. Observamos que, cuando los chicos de Never Draw Back condenan al villano, los compases son muy rápidos y potentes, mucho más duros. Pero cuando llega el estribillo, el mensaje de apoyo y acompañamiento a la víctima, el ritmo se relaja un poco más.
Tightrope es, sin duda, la canción más personal y comprometida de todo el EP y en el que la banda muestra la madurez que ha cosechado con los años; se atreve a poner sobre la mesa problemas reales y, sobre todo, problemas de los otros. Supone un gran ejercicio de empatía, una canción con la que muchos pueden sentirse identificados y a la que pueden recurrir si alguna vez experimentan situaciones similares para hacerse el ánimo y buscar la ayuda de la que precisan.
El EP acaba con Face the Unknown, la canción que considero que le da pleno significado al título del trabajo: “el viaje es lo que importa”. A pesar de comenzar con unos acordes ligeros que podrían hacernos pensar que estamos a punto de escuchar una balada, Never Draw Back no perdona. A los pocos segundos, todos los instrumentos (incluída la voz), entran al unísono de forma tan potente que no deja casi respirar.
Comenté anteriormente la relación tan estrecha que observo entre el título del EP y esta canción porque la letra es una píldora de motivación sin necesidad de prospecto. “Well, you wouldn´t stop running, it´s been a long way coming”, cantan los madrileños, haciendo ver a su público que son capaces de todo y no deben abandonar la senda por muchos obstáculos que se presenten. Si los chicos me lo permiten, aquí siento que hay un paralelismo con sus propias vidas. Sin entrar en asuntos más personales, dedicarte al mundo de la música es una carrera de fondo y nunca acabas de llegar a la meta; más aún en la escena del pop punk español y, todavía más, con una pandemia mundial que ha paralizado cualquier oportunidad de hacer conciertos (cosa de la que viven en su mayoría los artistas). Entonces, se crea un mensaje que pueden descodificar y asimilar ambas partes: tanto los que escuchan la canción como los que la han compuesto.
Además, destacamos la gran colaboración de Irene Roca, miembro del grupo Skyline Leewey. Su voz le aporta mucha frescura y un gran valor diferencial a la canción, y la fuerza de los instrumentos que la acompañan convierte su parte en una cuerda que tira y anima a seguir hacia adelante.
La escena del pop punk en España necesita a Never Draw Back porque el mundo del que vivimos precisa que hablemos de él. Necesitamos escuchar historias de los de nuestro alrededor, que se expongan sus problemas y que se haga un llamamiento a tenernos en cuenta y a entendernos. A comunicarnos.
Decía Terencio: “nada de lo humano me es ajeno”. Y más allá de una producción musical frenética de gran calidad melódica, lo que destaca del nuevo EP de Never Draw Back es precisamente lo primero. Son temas compuestos por y para los seres humanos, que contrastan con el individualismo imperante en la sociedad actual. A su vez, las canciones recorren todo el viaje que la banda ha realizado desde sus inicios, cómo ellos también se han sentido solos y han tenido dificultades, pero han sabido superarlas y quedarse con lo mejor del camino.
Con una gran madurez, advierten que esta no será ni la primera ni la única piedra en medio del trayecto, pero que el truco no está en la condescendencia sino en la fuerza con la que nos encaramos ante lo desconocido. Y todo ello regado con los toques más característicos del género musical al que pertenecen: una batería que te hace saltar, instrumentos de cuerda que te hacen vibrar y letras que te hacen gritar y expulsar todo lo que llevas dentro.

Nosotros también necesitamos a Never Draw Back, y la espera se nos ha hecho muy larga. Pero ha merecido totalmente la pena, porque han ideado la estrategia perfecta para hacer diana en nuestros corazones: hablar sobre ellos a la vez que lo hacen sobre nosotros del modo que más nos gusta. De forma fresca, canalla y un poco adolescente a la vez que madura.
Eso es lo que supone realmente innovar, y lo que conseguirá que nos quedemos a su lado mucho más tiempo.
Y mientras tanto, disfrutaremos del viaje, que es lo que realmente importa.