La importancia de la salud mental ha sido una asignatura pendiente para la sociedad desde los albores de los tiempos. La imposición de la productividad instaurada desde el capitalismo industrial hace mella en nuestras emociones; no se permite caer porque es preciso que gire la rueda. Hemos de ser útiles, y para ello, no podemos permitirnos el lujo de “estar tristes”. Sin embargo, la tristeza no es ningún privilegio ni algo secundario, es importante conocer nuestras emociones y el contexto en el que nos situamos para no culparnos por sentir. Y dentro de este sistema se hace cada vez más y más difícil.
Sin embargo, para muchos de nosotros la música supone reconectar con nuestros sentimientos. A través de los versos de nuestros artistas favoritos nos sentimos representados; nos miramos en un espejo de acordes y melodía y nos duele, vaya que si nos duele. Enfrentarse a una realidad que no nos permiten experimentar es una sensación extraña, que escapa de nuestro control y nos produce una cierta incomodidad. Sin embargo, que otra persona sea la que nos haga mirarnos nos hace sentir acompañados. Está hablando de nosotros a la vez que habla de ella misma, creando un nexo intangible pero imposible de romper.
Valentín Oliva tiene 22 años (mi edad, y nacido tres días antes que yo además), y desde hace mucho sabe que está destinado a ser una de esas personas capaces de cantar a su tristeza y a la de los demás. Capaces de acompañar, de tender la mano con unas cuantas frases. Ha cambiado el “está bien no estar bien” por “no está bien que te encuentres mal, pero quiero que entiendas por qué es normal que suceda”.
WOS, como se bautizó artísticamente Oliva, nació en Buenos Aires (Argentina). Desde muy joven empezó a rapear en plazas y participó en competiciones como El Quinto Escalón del parque Rivadavia. Su talento y sobre todo su coraje le hicieron ascender en muy poco tiempo, y en 2017 participó en la Final Nacional Red Bul Batalla de los Gallos por primera vez, de la que salió campeón y se clasificó para la Internacional de México, quedando segundo detrás del rapero Aczino. En 2018 consigue ganar esta competición, y también la FMS Argentina. Finalmente, en 2019 anunció que se retiraba de las batallas para centrarse en su carrera musical, aunque ha estado activo en algunas competencias durante este periodo de tiempo.
Recuerdo que me enteré de la existencia de WOS en un roadtrip que hice a Finisterre y a Noia, porque un amigo puso en su coche el tema Canguro y yo me enganché al momento. Ya no solo el juego con el pop y el rap que ofrece la base, sino también con la letra. La canción era una crítica imaginativa y punzante hacia los políticos argentinos y a la meritocracia, el concepto que impera en nuestra sociedad para la consecución o no de determinados objetivos, incluso derechos. Por aquel entonces ya había sacado Caravana, su álbum de 7 canciones. Sin ser yo demasiado experta en rap, WOS me pareció diferente y atractivo: se alejaba de los cánones convencionales que muchos MC´s utilizan en sus letras para centrarse en las emociones y los problemas que tenemos a nuestro alrededor y que no entendemos.
Lo mejor es que el argentino no intenta dar lecciones de vida, no ofrece moralismos ni cree tener una verdad universal para solucionar los conflictos; simplemente los expone e incluso con un gran ejercicio de empatía, admite que está igual de perdido que nosotros. Y aunque creamos que no, que queremos soluciones rápidas y fáciles, lo que realmente precisamos es que alguien nos entienda. En mi opinión, WOS es una persona que te entiende, aunque a veces no se entienda ni él mismo.
Tres puntos suspensivos es el título del EP que Oliva ha gestado y parido durante esta cuarentena, producido a distancia junto Evlay Beats (alias de Facundo Yalve, que además es guitarrista de la banda que lleva a sus conciertos). En palabras del rapero, es música “hecha en la choza, en este mood particular”. Son canciones de “estar por casa”, pero con un sentido completamente diferente a lo que esta expresión normalmente transmite. No es una connotación negativa, sino el esfuerzo en la sencillez; hemos pasado meses encerrados en casa conviviendo con nuestros demonios y encontrándonos (o reencontrándonos) con nuestras emociones. Estar en la choza es estar con la tristeza y con el insomnio; con la ansiedad, con la añoranza. Y como dije al principio del artículo, WOS siempre se ha caracterizado por llegar a lo más recóndito de sus seguidores y estar cuando le necesitan. Pero esta vez, parece que se necesitaba a él mismo más que nunca; mirarse en ese espejo que tanto cuesta y que la sociedad hace añicos cada vez que transforma sentir en un mero privilegio. WOS se ha abierto en canal, se ha desnudado ante el público y ha experimentado el “lujo” de parar y estar triste.https://www.youtube.com/watch?v=t-tF8mM2WIU
El EP comienza con el tema Ojeras Negras, situándonos en un paraje de niebla espesa, melancólica y con altas reminiscencias de la música ochentera. Con esta canción, WOS sigue su línea existencialista que se incrementa aún más debido al confinamiento: la privatización de la libertad que supone la cuarentena no deja de ser muerte en vida, y ser consciente de que algún día todo acabará hace que te des cuenta con mayor intensidad de que estás viviendo. Esto fue realmente importante para reactivar nuestros sentidos en las semanas en las que todo paró y la soledad e incerteza entraban en nuestra casa sin pedir permiso. Y también es crucial para que aparezcan nuestros miedos y nos demos cuenta de que existen.
Estamos todos de acuerdo en que un buen análisis supera a la experiencia empírica, pero si ni siquiera se nos ofrecen los mecanismos para entender nuestra realidad, no podemos llevar a cabo ningún análisis. Por ello y de forma hipnótica, WOS canta “quisiera no hablar tanto, sobrevivir. Quisiera tener más en claro qué voy a decir”, haciendo referencia al desconocimiento imperante sobre las emociones y por qué sentimos lo que sentimos en determinados momentos. A su vez, alude a la norma de tener la palabra exacta en la situación precisa para que todo siga girando.
Musicalmente me parece una joya, porque la base es realmente ecléctica y te atrapa al momento. Además, no se sumerge en la monotonía ni tiene el efecto de un somnífero que se podría esperar de una canción con estas características, sino que cuando llega al estribillo cambia el ritmo en forma de disparo certero. “Las intuiciones más leales me llegan lento. Habitan en profundidades que yo no frecuento”. Necesitamos visitar un poco más nuestros lugares más recónditos para experimentar nuestra propia realidad.
Como segunda canción del trabajo, llega Alma Dinamita, que podríamos considerar más convencional debido a que es una proto-balada de producción y características más pop. Sin embargo y como no podía ser de otra manera, Oliva no se limita a cantarnos una historia de amor (que no ha de ser siempre de pareja, porque el amor puede darse en amistades y en la familia con igual o mayor intensidad), sino que dedica sus palabras a un alma dinamita; una persona que supone su refugio. Pero con la empatía que le caracteriza, le recuerda que él también quiere ser refugio; que siempre estará ahí y que podrá ir cuando lo necesite. Ese alma dinamita supone una salvación no solo para él mismo, sino para el mundo que en estas circunstancias pinta tan apocalíptico. “Ella camina con su viajero, entre desastres y prisioneros”. “Cuando el destino se pone austero, sale al rescate lo verdadero”.
La base es realmente deliciosa, porque le da a toda la canción un carácter muy dulce pero permitiendo determinadas variaciones que le aportan un gran dinamismo; como el cambio de ritmo cuando empieza la estrofa justo después del estribillo, en la que WOS recita algunas frases que describen a su alma dinamita. “Comprensión bendita. Un par de dilemas. Humanidad maldita”. Referencias a su personalidad y al complejo mundo en el que ambos viven, que les hace necesitarse de forma recíproca.
Las personas necesitamos a las personas, y además de darnos cuenta durante el confinamiento de que estamos vivos, hemos echado de menos, y mucho. El calor de un abrazo, el tacto de unos labios que nos besen en la mejilla, hasta un simple apretón de manos. Pero más allá del contacto físico, añoramos la mera presencia de nuestros semejantes, que hemos intentado paliar a través de las imágenes (la presencia de la ausencia, como bien estableció Barthes con su cámara lúcida) en redes sociales o videollamadas. Por eso, Alma Dinamita es una canción que nos recuerda a personas que son el hogar al que siempre volvemos después de un largo viaje y en el que nos sentimos bien, donde encontramos la paz y la melodía cuando huimos de la disonancia del mundo.
El tercer tema del EP se presenta como un interludio, y llamándose 40, supone una alegoría certera de la cuarentena. Por ello, más que por la temática, es una canción sorprendente por el concepto. Según el propio WOS, la canción es “un escupitajo”: todo de una toma y tirando de lo que le pasaba por la cabeza en ese momento. De hecho, en el final de la canción se escucha un beatbox y risas, porque todo surge sin planificación y de la manera más natural posible. Sin a lo mejor quererlo, realiza una verdadera metáfora sobre la cuarentena con el proceso de creación del track: la situación de emergencia sanitaria nos pilló a todos de una y también tuvimos que improvisar en la mayoría de los casos para adaptarnos a la situación.
El ambiente en el que te envuelve la canción sigue siendo al estilo Jimi Hendrix, ecléctico y psicodélico; una voz distorsionada junto a una guitarra eléctrica todavía más distorsionada. Y siguiendo la línea del contexto histórico, 40 es una “pastilla” de punk sucio y llano, lo que hace referencia a la familiaridad que el rapero argentino siempre ha tenido con el rock. “Estoy loco y no me dejan salir de acá, ya no hay nada pa´tomar, y no pienso ir a comprar” canta WOS, representando todos y cada uno de los pensamientos que nacieron cuando de la noche a la mañana nos vimos encerrados en casa. Y digo representando porque representar es volver a presentar, pero modificado para que sea fácilmente absorbido por el receptor del mensaje; y es que de un pensamiento común (estamos de cuarentena, no podemos salir, no entendemos nada), nacen muchísimas perspectivas y modos de vivir la situación. Así, Oliva tuvo la suya, y con su talento natural la transformó en canción.
Concluimos este viaje sideral que supone Tres puntos suspensivos con Algo del vacío. Es una reflexión sobre esos momentos de hastío y repulsión hacia la fama y hacia un mundo tan centrado en las apariencias que impide a los artistas ser ellos mismos. Sin embargo, considero que WOS le aporta un valor diferencial, porque no se queja de la situación de una forma convencional. Simplemente la expone, cuenta lo que hay y cómo le afecta sin caer en victimismos. “No soy dios y no puedo serlo”, parece que incluso se disculpa con una audiencia que ya se ha acostumbrado a que rinda siempre al máximo nivel.
Al hilo de esto me gustaría exponer una situación que se ha dado en la cuarentena: hemos caído en el juego del sistema y hemos exigido una productividad sin límites a nuestros artistas favoritos. Como nuestra vida ha sido tan monótona, les hemos pedido egoístamente novedad: «haz conciertos en directos de Instagram», «graba canciones ahora que tienes más tiempo», «compón», etc. Y todo bajo el autoconvencimiento de que lo hacíamos porque les echábamos de menos y porque no podríamos ir a sus conciertos en mucho tiempo. Ha sido un error, al igual que no podemos exigir a un alumno que dé el 100% de sí en las tan criticadas clases online, tampoco deberíamos haberlo hecho con nuestros artistas favoritos. Y esto, aunque a lo mejor haya sido más notorio durante el confinamiento, es el día a día.
WOS afirmó en una entrevista en la que habló sobre sus nuevas canciones que este tema corresponde al sentimiento de ansiedad por la responsabilidad que adquirió en el momento en que se convirtió en “ídolo”, y ya no solo por tener que producir y darle al público lo que pide, sino porque debe mantener su imagen para que los cimientos de la colectividad que ha creado no se derrumben. Pero por mucho malestar que le genere, trata de huir de esa imagen y de la presión, de “no ser lo suficientemente bueno” según qué cánones y mantenerse fiel a él mismo, lo que queremos todos sus seguidores, en definitiva. “Yo liberé ese peso, voy en caída libre. Yo no me siento preso de nada que me asfixie”. La participación de su hermano Manuel Oliva y el sonido oscuro, pero menos agresivo que el que nos dio en Caravana, concluyen en un tema de tempo medio bajo; de estribillo dulce y con el hip-hop como punto de partida. Y, a su vez, la letra contribuye a que nazca en nosotros la empatía con los artistas, ya no solo como admiradores de su trabajo, sino como seres humanos.

Podemos confirmar que los puntos suspensivos han cumplido su función. El camino todavía no ha terminado, nos ha dejado con ganas de más y a la espera de ver qué será lo siguiente. WOS se ha coronado como un rapero de su tiempo, cuyas letras consiguen escenificar la realidad, cuál es su lugar en el mundo y cuál es el nuestro. Y precisamente, el mensaje que intenta transmitir es que no tenemos ningún lugar en el que quedarnos para siempre porque la realidad nunca será lo suficientemente confortable, que esto nos va a producir desasosiego y que es totalmente normal. Al principio del post hablaba de la importancia de la salud mental y de la necesidad de valorarla como se merece y, en mi opinión, este EP hace un homenaje a las emociones y una normalización de los sentimientos negativos. Es hablar de su tristeza y de la nuestra, es un acercamiento dentro del distanciamiento y, musicalmente, es un regalo a los sentidos por lo diferentes y atractivas que resultan las bases y la voz del de Buenos Aires.
Más que por hacer música que amenice la cuarentena, hemos de agradecer a WOS habernos puesto tristes y que él se haya puesto triste con nosotros. Y a nivel personal, solo espero que el concierto que tiene programado para noviembre en la Sala The One siga en pie; porque quiero bailar, llorar, cantar y darlo todo con sus letras descaradas y sus bases tan características. Por lo demás, ojalá que podamos ser menos pieza del engranaje y más emocionales.
Ojalá que podamos, algún día, no sentirnos privilegiados y ser.
Simple y llanamente.
La verdad k la música que ponen antes del recital es Espantosa
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