La primera vez que escuché la voz de Phoebe Bridgers fue gracias a una cover de Everything is Free, de la eterna folk Gillian Welch. Esto tuvo lugar durante un concierto en el que la acompañaba la también cantautora Julien Baker, cuya música ya me tenía cautivada.
Gracias a esto llegué hasta Stranger in the Alps (2017), su álbum de debut.
La cantautora californiana de 25 años me sorprendió con sus letras, sinceras a la par que emotivas, y su técnica de producción vocal envolvente.
Lo cierto es que escuché el LP hasta la saciedad y rápidamente de convirtió en uno de mis favoritos incondicionales.
Desde este momento su carrera se volvió realmente interesante: en el año 2018 se unió junto a sus amigas y compañeras, la anteriormente mencionada Baker y Lucy Dacus para publicar el primer EP homónimo de su grupo boygenius.
Posteriormente colaboró con el artista Conor Oberst, también conocido por ser el vocalista de la banda Bright Eyes. Juntos formaron el dúo Better Oblivion Community Center, cuyo primer LP vio la luz en enero de 2019.
Aunque la de Los Angeles no haya dejado de ofrecer nuevo material durante estos tres años, su segundo trabajo como solista no había parado de generar expectativas. Y estoy segura de que las ha sobrepasado.
La primera muestra de esta obra que pudimos escuchar fue Garden Song, estrenada en febrero de este año y acompañada de un videoclip aparentemente casero en el que Bridgers fuma de un bong durante los 3 minutos de la canción. Le siguieron como singles Kyoto y I See You.
Durante los tiempos de confinamiento tuvimos el placer de atender a sus diversos conciertos caseros presentando sus tres singles junto a algunas de sus nuevas canciones.
La artista, que ha ejercido activismo en sus redes sociales desde que comenzaron los conflictos raciales en Estados Unidos, anunció en Instagram que no iba a posponer su trabajo hasta que las cosas volvieran a la normalidad porque no quería que lo hicieran, también aprovechó para pedir que se aboliera la policía.
Finalmente, el LP se estrenó un día antes de lo previsto: el pasado jueves 18 de junio. Punisher (Dead Oceans, 2020) ha sido producido por Tony Berg, Ethan Gruska y la propia Bridgers. Nos encontramos ante un álbum completo, emocionante y perfectamente construido. Si es cierto que toma como punto de partida Stranger in the Alps, lo hace para llegar a un terreno más maduro y quizá menos próximo al folk.
La misma noche de su publicación me dispuse a escucharlo de manera detenida (a oscuras, con auriculares y leyendo las letras simultáneamente) y como era de esperar me rompió un poco el corazón.
El álbum comienza con la envolvente DVD Menu, una intro instrumental algo inquietante que da paso a Garden Song.
En cierto modo, Garden Song es una canción de amor, pero también trata sobre los sueños en los que la narradora fantasea con matar a vecinos skinheads para construir un jardín en su patio. En el último verso, Bridgers canta “Everything’s growing in our garden, you don’t have to know that it’s haunted”.
Cabe destacar que la misteriosa voz masculina que la acompaña en el estribillo es la de su manager de tour, el alemán Jeroen Vrijhoef.
A esta le sigue Kyoto, la pista más acelerada de las 11. En su salida fue acompañada por un videoclip en la línea del anterior, con multitud de transiciones en un croma irónicamente mal iluminado. Trata temas como la inevitable comparación entre la vida real y la vida de tour que la propia autora experimenta y cómo ésta la hace padecer el síndrome de la impostora. Las últimas palabras de la canción son nada más y nada menos que “Guess I lied, I’m a liar who lies ‘cause I’m a liar”.
La cuarta composición de la obra es Punisher, que además de darle título, es mi gran debilidad. Y es que Phoebe dedica la balada a una de sus indudables mayores influencias, el músico estadounidense Elliott Smith, con quien compartió vecindario por unos años. En esta carta abierta, fantasea con el hecho de que si él viviera, ella se le presentaría como una fan insoportable, también denominada en inglés “punisher”. Plagada de referencias a su ciudad natal, cuenta con un estribillo tan triste como tierno que consta de una única pregunta: “What if I told you I feel like I know you? But we never met”. Aquí nos cuenta que siente una conexión aunque nunca pudiera conocerle, ya que Smith falleció en L.A. en 2003, cuando ella tenía tan solo 9 años.
También se compara con su ídolo sacando a relucir sus propias inseguridades en cuanto a la forma de relacionarse con sus seguidores: Phoebe piensa que Elliott era más dulce con sus fans de lo que ella podría llegar a ser.
En Halloween se construye un aura mística para hablar sobre una relación con final amargo. La letra surgió entre ella y su amigo el cantautor Christian Lee Hutson, a quien Bridgers había producido anteriormente. En la outro podemos encontrar una colaboración con su compañero Conor Oberst.
La siguiente canción es una metáfora extraterrestre sobre la fe: Chinese Satellite habla sobre buscar una estrella en el cielo y no encontrarla, sobre ser abducido y así encontrar al fin el sitio al que perteneces.
Aproximándonos a la segunda mitad del disco encontramos la romántica Moon Song, con un sonido mucho más cercano al de su anterior trabajo. Bridgers emplea el concepto de “dar la luna” como ofrecimiento de un amor sincero e inevitable. Convirtiéndose así en la más sentimental, contiene referencias a artistas como Eric Clapton y John Lennon. Savior Complex podría ser una secuela de su predecesora. Se basa en una progresión melancólica de acordes entre los que nos volvemos a adentrar en el mundo de los sueños.
“I’ve been playing dead My whole life And I get this feeling whenever I feel good It’ll be the last time”
Así es como se presenta I See You, que aunque no lo parezca por su primer verso, musicalmente sigue la línea de Kyoto, mucho más electrónica y animada que el tono general al que ya nos estábamos acostumbrando. Este tema trata la relación sentimental con su batería Marshall Vore, cuya historia también se vio reflejada en las letras de su debut. La canción cuenta con el apoyo vocal de Jenny Lee Lindberg (bajista de Warpaint) en los coros.
Llegando al ocaso de este trabajo se encuentra la joya minimalista Graceland Too, una balada puramente folk sobre MDMA, serotonina, amistad y fanáticos de Elvis. Con su penúltima pista
recupera totalmente su sonido anterior y nos emociona haciendo una llamada al hecho de cuidar a quienes tienes cerca. Podemos escuchar las voces de sus amigas, las artistas Lucy Dacus y Julien Baker en su emotivo ultimo verso.
Pero lo más impresionante de Punisher es sin duda su conclusión. Uno de los mejores cierres de álbum que he visto. Bridgers utiliza como punto final la literalmente apocalíptica I Know The End.
Con un irónico inicio “Somewhere in Germany, but I can’t place it. Man, I hate this part of Texas”, la californiana nos guía a través de una experiencia que comienza como una analogía al Mago de Oz y a la vida de tour, pasando por el agridulce estribillo “But you had to go I know, I know, I know. Like a wave that crashed and melted on the shore”. Esto nos lleva a la tercera y última estrofa, que cambia radicalmente la dirección del tema. Ahora, a partir de la narrativa de un viaje en coche en dirección norte, la cantautora introduce temas como la crítica social hacia su país, Dios, drones y de nuevo, alienígenas.
Aprovechando un hipotético cartel que apunta ‘’The End Is Near”, nos lleva al fin del mundo “I turned around, there was nothing there. Yeah, I guess the end is here”.
Y aquí llega el dramático, caótico e impresionante final coral, en el que se combinan las voces de todos los artistas colaboradores ya mencionados, a las que se unen Tomberlin, Nick Zinner o Blake Mills entre otros. A esta potente producción vocal le siguen gritos y un desenlace musical casi orquestal y perfecto.
Este poderoso final comparte ciertos aspectos melódicos con la introducción del álbum, cerrándolo así de manera circular.
De nuevo, Phoebe Bridgers ha conseguido introducirnos en su universo gracias a la capacidad mágica de ambientación que tiene todo su sonido. Mediante melodías, voces evocadoras y la sinceridad de sus palabras ha decidido agarrarnos del corazón y a la vez deshacer el nudo que teníamos en la garganta, regalándonos nuevos himnos a los que acudir en los momentos más emotivos.
Texto por Aída Espliguero.