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[Reportaje] ZOO en Muelle 12: desconexión y brisa marina

Zoo en Muelle 12. Foto por Jordi Laguía Morales.

“Hacía mucho que no sentía esto”

Esa frase resonaba en mi cabeza mientras terminaba de vestirme, listo para ir a Muelle 12, en el Puerto de Alicante. 

Hemos pasado épocas de todo tipo, algunas malas y otras buenas, pero en la industria musical, los momentos de ahora están siendo de los peores, no nos vamos a engañar. 

Como alicantino, es inevitable, de vez en cuando, pasar por el Puerto de Alicante, y siempre veía el recinto de Muelle 12 (antes Noches Mediterráneas) con una mezcla de sentimientos amargos y dulces, por un lado, la nostalgia de cómo eran los conciertos antes de la pandemia no paraban de atacarme: echaba de menos los pogos, los choques, los saltos, el luchar por la primera fila o el pasar y sentarse en las últimas. Cuando la mayor preocupación era que te tiraran la cerveza encima o los tontos de delante que no te dejaban escuchar bien por no parar de hablar. Ojalá esas fueran las preocupaciones de ahora en un concierto. 

Cogí el bus para encontrarme con Salo, mi compañera de fatigas y correctora de la web, que esperaba en la zona centro de Alicante para irnos juntos al recinto. Mientras tanto, Tobogan ya resonaba en mis auriculares, preparándome mentalmente para escucharla en directo sentado sin poder saltar. Iba a ser duro. 

El paseo al Puerto fue canturreando, contando anécdotas y recordando cómo era todo antes de que el coronavirus cambiara nuestra vida para siempre. Las tortas en Desakato, el entrar al Low Festival, buscar la primera fila en Carolina Durante… 

Antes de que nos diéramos cuenta, estábamos en la cola para que nos acreditaran y pasar a nuestro sitio asignado. 

Siempre lo digo pero siempre lo repetiré, es todo un lujo tener un recinto como el Puerto de Alicante disponible para conciertos. Es un placer poder disfrutar de música en directo, con el mar justo al lado y el precioso Castillo de Santa Bárbara de fondo, desde luego, un sitio icónico para poder hacer conciertos. 

Nos sentamos y esperamos, disfrutando del sol alicantino (que ya pega como si fuera verano) y charlando del público que nos rodeaba, mayoritariamente valencianoparlantes y muchos que venían de pueblos de toda la provincia. Es el público que suele atraer Zoo y el grupo lo sabe, más de una vez haciendo referencia a esos mismos lugares en sus conciertos, arrancando, normalmente, vítores y gritos. 

La hora de espera al inicio del concierto se hizo corta viendo cómo entraba la gente de forma escalonada y todos los asientos de Muelle 12 se llenaban poco a poco de público ávido de revivir, aunque sea de una forma diferente, otros tiempos en los que éramos más felices (y no lo sabíamos).

Cámara al cuello y todo configurado, me dirigí al foso, donde unos compañeros periodistas ya estaban completamente preparados para hacer fotos a las grandes estrellas de la tarde, que, con la energía a la que siempre nos tienen acostumbrados, arrancaron con Avant.

Intentaré describirlo con palabras, pero es complicado poder explicar la sensación que fue volver a ver a un grupo sobre el escenario desde el foso, con cámara en mano y girarse y poder disfrutar del público dándolo todo en cada momento que sonaba ese ya mítico “Com la palmera que aguanta l’huracà”. Gritos, aplausos y algún bailoteo en la silla fueron el recibimiento perfecto para unos Zoo que, como siempre, son auténticos torbellinos en directo. 

La del futbol levantó gritos entre los asistentes, y es que parece que el último disco de la banda, Llepolies, ha levantado pasiones entre fans, que se sabían ya las letras del CD a la perfección y no dudaban en gritarlas a los cuatro vientos. 

Pero es que además, los de Gandía saben cómo mejorar sus canciones en los directos, dotándoles de un punto de energía extra que las hace mucho más disfrutables (y te dan más ganas de levantarte de la silla, para qué mentir, aunque NO lo hagas, porque está mal) y el combo de Avant, La del Futbol y Tir al Ninot para arrancar el directo dejaron bien claro que Llepolies ha venido para quedarse. 

Ya desde mi sitio en la silla, tocaba disfrutar de una bebida (nada de alcohol, estaba trabajando al fin y al cabo) y de los himnos más míticos de los de Gandía, como Estiu, ya necesario con “el caloret” que hay ya en Alicante, así como otros grandísimos temas como Ventiladors, la siempre excelente El cap per avall (de mis favoritas en directo sin ninguna duda) o Corbelles, que levantó pasiones de una forma especial.

Llepolies fue una de las canciones del último disco más celebradas y coreadas por todo el público, con su ritmo veraniego y optimista, era imposible no contagiarse por el buen rollo general y disfrutar de una canción excelentemente defendida en directo y en el que las armonías vocales triunfaron y lucieron por encima del resto del conjunto (excelente como siempre).

El punto tranquilo lo pusieron canciones como Ei o Correfoc, temas para cerrar los ojos, abandonarse al Sol y disfrutar de algunos de los momentos más sentidos del directo, con la gente alzando las manos y moviéndolas al ritmo tranquilo de la música, con algunas de las letras más románticas del grupo (Correfoc es absolutamente preciosa) algunos besos traviesos se dieron por el público, siempre hay momento para el amor. 

Para los más “raveros”, había también artillería preparada como Tobogan (que suena INCREÍBLE en directo, mucho más fiestera) o la ya clásica Impresentables, que hicieron saltar a varios asistentes en sus sillas y me pensar sin parar en lo increíble que sería vivir estos temas (especialmente Tobogan, que es de “los nuevos”) sin el maldito virus, pudiendo dejarse las piernas saltando o en un buen pogo, como Dios manda.

La mención honorable y especial de los conciertos de Zoo siempre se la llevará su versión de Esbarzers, un temazo mítico de La Gossa Sorda y ya parte de la cultura popular valenciana, los de Gandía esta vez no cerraron con esta canción pero sí que fue uno de los momentos álgidos del evento, una muestra más de que el valenciano y la cultura valenciana sigue viva y con buena salud, puesto que el público era mayoritariamente joven, así que, esperemos, este amor por la música en valenciano siga muchos años más. 


Mientras salíamos del Puerto, recordando y comentando con risas el concierto de Zoo, estábamos de acuerdo en que por fin habíamos vivido algo que echábamos de menos. La sensación de un concierto como es debido que dejó ya de lado lo agrio y se quedó con lo dulce. 

Es de una gran valentía seguir luchando por la #culturasegura pese a todos los problemas e impedimentos que se puede tener. Muelle 12 es un oasis musical en Alicante, uno de los más placenteros.

Nos volveremos a ver, de eso estamos seguros.

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