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[Review] ‘Sob Rock’, de John Mayer: el mejor Mayer son todos los Mayer

Nada más y nada menos que 4 años hemos tenido que esperar para que un nuevo álbum de John Mayer apareciera en nuestras vidas desde aquel lejano The search for everything, que supuso una especie de compilación de todos los estilos musicales que el de Connecticut había ofrecido. Compilación que este nuevo Sob rock, que vio luz el pasado 16 de julio, perfecciona y lleva aún más allá.

Los 10 temas que conforman el disco se deslizan suavemente entre el blues, el folk y el country (las 3 etapas principales de la obra de Mayer) manteniendo siempre ese punto de melancolía sobria que el propio título del álbum anuncia (rock de sollozos). Además, el guitarrista ha bañado el disco entero en un aire pop muy ochentero que, sin restarle empaque, hacen las canciones mucho más accesibles y les aporta una personalidad única y precisa.

Las letras, una vez más, se encuentran en un estado de inspiración perfecto en el que Mayer despliega una visión llena de matices de las emociones más corrientes sobre el amor y el desamor (aunque mucho más de este último). De nuevo nos situamos a medio camino entre la aspereza más nostálgica y dura de la etapa country de Born & Raised (2012) y Paradise Valley (2013) y la ilusión desbordante de sus primeros trabajos.

Last train home

Acertada carta de presentación. Un hit con fuerza que no levanta el pie del acelerador con su sonido 100% ochentero. Los sintetizadores ultra producidos, los bongos en la percusión, el tratamiento a la voz e incluso la estructura del tema lo acercan a los mejores álbumes de Toto y a la etapa Journeyman (1989) de Eric Clapton, su incontestable maestro.

Pero no se trata solo de un refrito de estética retro, el sello John Mayer se impone con ese motivo rítmico que se repite en forma de estribillo instrumental y, sobre todo, en la omnipresencia de la guitarra. Porque es justo esa una de las sorpresas de Sob rock: acostumbrados a que el americano guarde su talento con las seis cuerdas para el directo y en los LPs sea solo un elemento más; en estos 10 nuevos temas, la guitarra toma un protagonismo radical. Empezando en este Last train home, donde la guitarra se erige a 1 minuto del final como reina incontestable de la canción en un solo genial vestido con los coros de la siempre brillante Maren Morris.

Shouldn’t Matter but It Does

Coinciden el primer maridaje de estilos con el primer disparo al corazón. Un Mayer sentado en una esquina de su comedor se arma con la guitarra y nos abre sus tripas llenas de arrepentimientos. El tema duele en su baile entre piano y acústica que recuerda a su Who says, joya del LP Battle Studies (2009) por cómo se encuentran el pop más tranquilo con rasgos del country más desnudo.

Es aquí donde el músico saca a relucir su voz. Producción seca para mostrarnos un matiz vocal que no ha parado de mejorar con los años, consiguiendo así llegar a unas cotas de emoción muy sutiles a la par que concretas. (Por favor, muramos todos en el agudo del minuto 1:10).

New Light

¿Qué decir? 24 de mayo de 2018 es la fecha de estreno de New Light así que ya podemos decir que es el mayor hit de la carrera de John Mayer. Casi se hace raro encontrarlo en mitad de un LP tras tanto tiempo escuchándolo en bucle solo, pero es lo mínimo que merecía.

3:37 minutos de un aura funky, bluesy, lofi que, prácticamente, te obliga a cerrar los ojos, sonreír y mover la cabeza y el pie levemente a su ritmo. Una clase maestra de cómo hacer el mejor pop posible sin caer en clichés y una evidencia más de por qué John Mayer es uno de los mejores músicos de este siglo. ¡Ah! y el videoclip merece un Oscar.

Why You No Love Me

Mi gran sorpresa del álbum. Una canción pequeñita que marida de forma interesantísima un pop de aires country con la canción española más clásica tal y como hacían Los Eagles por los 70s. La intro suena añeja y la entrada de la voz dibuja un mapa sonoro precioso con unas tensiones sonoras enormemente bien llevadas. El estribillo se abre a una sonoridad armónica mucho más abierta que juega incluso con una steel guitar. Enorme calidad musical. Primer nivel.

El maridaje musical llega a su cima en el solo de guitarra, probablemente, el más interesante a nivel sonoro de la carrera de Mayer. Melódicamente, un solo de guitarra española pero tocado con una eléctrica completamente limpia. La instrumental avanza preciosamente abriéndose al pop y al country sin perder su aura sobre una base tranquila y ligera. Perfecta maravilla.

(Si os gusta, tardáis en ir a escuchar Have You Ever Really Loved A Woman? de Bryan Adams.)

Wild Blue

El título no engaña. Entrada absoluta en un blues disfrutón que el propio Mayer ha definido como Dance small. Listen big en su cuenta de TikTok (sí, mis fuentes). Una base rítmica y repetitiva con un bajo hiperactivo, una batería sencilla, sintetizadores muy de fondo y un juego de guitarras que recuerda inmediatamente a Dire Straits. Vamos: GROOVE.

El John Mayer más clásico con mil detallitos a lo largo de los más de 4 minutos de tema. Y al final, 2 minutos de patio de colegio para que Mayer y su guitarra PRS campen a sus anchas regalándonos pura música. Lo dicho, Dance small. Listen big.

Shot in the Dark

Shot in the Dark fue el single que se estrenó la noche del estreno del álbum completo junto a su videoclip. Vuleven los aires ocheteros, esta vez más en forma de balada con mucho sabor a Bruce Springsteen. Posiblemente, sea el tema que más naufraga entre tantos aciertos. Su personalidad queda algo difusa entre el hit pop, la balada y la propuesta ochentera y no acaba de encontrar su sonido propio. Una letra algo cliché no ayuda a remontar la canción pese a lo acertada de la metáfora que le da nombre.

Salvado por la campana por el instrumental que lo cierra en un nuevo fade-out. Empezamos a ver cómo y cuánto brillan los instrumentales del disco.

I Guess I Just Feel Like

Canción de 2019 que a día de hoy sigue impactando. En un ambiente de balada ligeramente country, Mayer reflexiona sobre el mundo que le envuelve y su papel individual en él. Un poso de madurez que no solo se expresa en una letra impecable -el cambio en la última estrofa a I guess I just felt like es retóricamente buenísimo-, sino que lo hace sobre todo en un solo de guitarra de casi 2 minutos donde Mayer explota hacia dentro mediante una melodía serena pero llena de rabia que cada vez va a más y, encima, acaba en fade-out como prometiéndonos mucho más para los conciertos (Corran a comprar entradas para este señor en cuanto puedan, en serio).

De lo más clásico de su discografía consigue el tema más redondo de Sob Rock, que ya intuimos como un álbum sobresaliente.

‘Til the Right One Comes

El rayito de sol del LP. Vuelve la mezcla poppy con el folk y el country más brillante. La ligereza musical que desprende este tema evidencia una de las mayores fortalezas de su autor: la nula pretenciosidad. Pese a llevar años encumbrado como uno de los mejores músicos del momento, Mayer sigue ofreciendo canciones frescas con 0 ínfulas de superioridad ni intenciones grandilocuentes que sienten cátedra.

Como siempre, la música no se queda sola: la letra huye de cualquier dramatismo y se instala en una verdad tan cómoda y fresca como Won’t be long til the right one comes (no pasará mucho hasta que llegue la persona adecuada.) Como guinda perfecta, un instrumental sorprendente y tan divertido que es el perfecto para este tema. Una joyita tan naif e ingenua como necesaria.

Carry Me Away

Si creiais que estaba siendo partidista, agarraos. Tengo debilidad completa por este tema. Desprende una luz enormemente única para la instrumentalización tan básica que tiene. Mayer consigue expresar la emoción por un nuevo amor sacándole el máximo provecho al brillo de las cuerdas de la guitarra acústica, a la blancura del piano y a la maestría en la armonización de los coros. Perlita sobre perlita.

Cabe, además, tener en cuenta que esta versión del álbum no es la primera versión que nos llegó. Para esta versión, Mayer ha añadido una batería que le aporta fuerza y empaque al tema. Esto acaba siendo un arma de doble filo: por un lado, consigue que el tema encaje mucho más orgánicamente en el puzzle de Sob Rock; pero, por otro, resta parte de la personalidad propia de la canción.

Igualmente, de lo mejor del disco; dejo por aquí la primera versión para comparar- y elegir-.

All I Want Is To Be With You

El cierre perfecto. Si en el anterior LP, el guitarrista optó por el minimalismo de You’re Gonna Live Forever in Me (BUSCADLA Y ESCUCHADLA), en este, opta por el camino opuesto. El tema final se erige como una abertura en canal a fuego lento desde la desnudez de una base de country lento a la herida de solo de guitarra (uno más) de la mitad.

Una letra apabullantemente honesta acaba para dar paso al final idóneo tanto del tema como del álbum. Un John Mayer desatado a la guitarra lo da todo (o casi, recordad lo de los conciertos) sobre una base tocada por la varita mágica de la inspiración que consigue una intensidad musical capaz de conectar de manera directa e imbatible con quien la oye.

En definitiva, Sob Rock recoge lo mejor de la etapa pop inical de John Mayer, lo mejor de su etapa blues y lo mejor de su etapa country-folk para recoger 10 temas muy satisfactorios que funcionan como un viaje musical ligero pero de mucha calidad.

Sin duda, es un álbum para escuchar tranquilamente con unos buenos auriculares para disfrutar de todos los pequeños matices con los que Mayer ha ido construyendo los temas, especialmente en las partes instrumentales, su punto fuerte.

John Mayer ha vuelto, eso siempre es buena noticia; pero si lo hace con un disco como Sob Rock, es una noticia que ilumina un verano entero, por una vez, háganme caso.

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