Bienvenidxs al nuevo curso que se abre frente nuestros ojos; por favor, como si estuvierais en casa. Perfecto, dicho esto, arranquemos.
Me apetecía seguir una tradición que arranca hoy: que mi primer artículo del curso sea una divagación. 0 sistemático, dejar las letras fluir y como canta Sidecars: que pase lo que tenga que pasar ¡Qué original! Sí, bueno, déjenme. Ahora sí, arranco (3.ª vez que aparece el verbo)
¿Cómo conectamos con la música? Partimos de la base que todxs conectamos con ella. El arte de los sonidos baña intensamente la cara oculta de la vida. Guardamos canciones entre los pliegues de los recuerdos de la sonrisa de esa persona que fue especial, de la que lo es. Hay estribillos cosidos a noches que lo cambiaron todo, a días que afianzaron lo que había y a tardes que sentimos algo parecido a la eternidad. Vivimos dejando notas sueltas por calles, chimeneas, habitaciones, playas, plazas y portales. Además, es prácticamente instintivo vestirnos con nuestros mejores auriculares para que nos abracen en esas madrugadas en las que no somos.
Podríamos tratar de racionalizar todo esto y empezar a detallar neuronas, enlaces sinápticos, vainas de mielina y la infinidad de neurotransmisores implicados en no sé qué proceso cerebral. Pero solo llegaría a entender un porcentaje ridículo de lo que hay en la música y nosotrxs.

ES. Y punto. Y es ahí donde conectamos. Nosotrxs solo somos. Como especie hemos crecido, evolucionado, construido ciudades, controlado ríos, mares y océanos. Hemos escapado, hemos huido de nuestras casas, nuestros países e incluso de nuestro propio planeta. Y aún así, seguimos condenadxs a una cadena eterna: el ser. Todo vale nada porque, en el fondo, solo podemos ser.
Idem con la música. Desde el primer re bemol soltado por accidente, la música ha evolucionado, revolucionado, reevolucionado, muerto, revivido, renacido, implosionado y explosionado hasta el infinito. Del canto gregoriano a la última corriente del dembow más profundo pasando por jazz, Lo-fi, blues, salsa, rumba, soleares; mezclando tonalidades, timbres, modos griegos y sonoridades que se han encontrado y desencontrado a lo largo de los siglos y a lo ancho de todo el planeta. Y, de nuevo, pese a todo, nada. Solo ser. La música, señoras y señores, siento comunicarles que solo es.
Su ser y nuestro ser. Ahí se produce la unión inevitable. Y no hay más que explicar. Teoricen todo lo que quieran y traten de profundizar en ella. No va a valer de nada. Que se junten las sabias y sabios de todo el globo. No va a servir de nada. La música solo es. Nosotrxs solo somos. Tú solo eres. Yo solo soy. La música solo es. Y ahí es.
Espectacular gracias Izan me encantan tus formas de definir la música junto con la vida y la música que te ha inspirado genial mil gracias 👏👏👏👏👏
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