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[Reportaje] Melancolía lunar, Carlos Sadness en directo

Me encanta el vivir conciertos de artistas que han sido durante años creadores de himnos de mi sociedad. El pasado 18 de este mismo mes pude sentir esta experiencia en mis venas en la mítica sala Barts y hoy os lo cuento con cierta nostalgia lunar de su mano, Carlos Sadness. Después de unos cuantos aplazamientos por fin llegó el día en el que Carlos se podría reunir con su gente en su hogar, en Barcelona. Jugando de local en un partido muy especial, la carrera de este artista le ha llevado a comerse el mundo entero pero el pasado viernes Barcelona se salvó de la calima que rodeaba al universo para sentir la calma creada desde su enorme talento.

A las 21:10 empezaba el espectáculo, la sala Barts se llenaba de emoción y sonrisas llenas de ganas por vivirle y todo empezó cuando su mágica banda salió al escenario. Viviendo en una ambientación planetaria (Carlos mismos nos confesó que él había pintado los planetas que colgaban desde el techo esa misma noche) la noche empezó con Ciclo lunar, siendo un inicio calmado, como una suave nana para empezar la noche.

“Anem a fer una mica de clàsics.” Dijo Carlos con la siguiente canción y la verdad es que no mentía en ello. Empezaron a sonar las primeras notas de Hale Bopp y el público se dejó la garganta y el cuerpo en ello. En este tema vi uno de los factores que demuestra cómo Carlos y su equipo cuidan cada elemento de sus directos como el siguiente: la unión cromática de colores con los ritmos acordes en cada canción. A partir de ciertas notas teníamos unos o otros colores mediante las luces que les rodeaban a ellos en el escenario, siendo una vía más de inmersión en su magia.

“Hi ha una cançó que no vem tocar més perquè no us agradava.” Dijo Carlos con risas entrelineas. Empezó a sonar Sebastian Bach y su gente no le dejó de lado, al contrario, todos los presentes en la Sala Barts lo dieron todo. Seguimos con Chocolate y Nata, un suave tema con el que me fije también en otro elemento que muestra el cuidado de Carlos y su equipo a la hora de preparar los directos: la unión monocromática en la vestimenta. Colores cálidos, suaves, yendo todos al mismo son para ir acompañados en todo momento e instante.

¿Queréis conocer un momento gracioso del concierto? Realmente Chocolate y Nata era la canción a la que Carlos hacía referencia al creer que no era muy aclamada por el público pero, ya fuesen los nervios del momento o similares, tocaron la que no tocaba en el orden del setlist del completo y al contarlo no había nadie que no sacase una tierna sonrisa. La sinceridad de este gran artista hace que por encima de todo se le admire tanto por su talento como por su humanidad.

Llegamos a uno de mis temas favoritos de Carlos Sadness, Todo Estaba Bien. Allí él dejó su pequeño ukelele y se quitó las gafas para coger el micro en mano y acercarse al público, sintiéndoles cerca y creando una energía preciosa. Con Isla Morenita y Ahorita mantuvo esa conexión al 500%, puro buen rollo donde se podía notar y sentir las vibraciones de las almas de cada una de las personas que llenaban la sala Barts esa noche. Semitransparente fue la siguiente con la que conocimos a la vez que sus padres estaban allí presentes. Una tranquilidad acompañada por Soñé Contigo en la que pudimos disfrutarle con Jordi Bastida y Dani Llago más cerca del público, dándole al tema la suavidad musical clave para transportarnos a su viaje.

Miss Honolulu y La Costa Breve fueron la continuación del bolo para llevarnos a un momento muy tierno del concierto. Para presentar Adiós a los Dinosaurios Carlos preguntó y se fijó en los más pequeños de la Sala y remarcó lo siguiente:

“Que sepáis que me hace ilusión que vuestro primer concierto sea aquí conmigo porque podré decir que vuestra base musical nace de mi mano y eso, de verdad, es único.” Dedicó este dulce tema a los niños de la sala y a la vez, al tocarla, viajó él mismo a cuando él era un pequeño niño descubriendo la magia de la música. Longitud de Onda siguió el concierto para llevarnos a dos himnos suyos: Física Moderna y Amor Papaya. Sucedió algo precioso, él mismo comentó que no estaba escuchando realmente bien por sus auriculares por el enorme barullo del concierto y eso le hacía feliz porque notaba y sentía que su gente estaba cantando a todo pulmón.  El público le ponía voz a ese Amor Papaya y tanto él como su banda creaban esa electricidad para que fuese un amor sensual eterno.

Antes de adentrarnos con Perseide (uno de sus temas favoritos), Bikini, El Dia Que Volviste a la Tierra y Días Impares, Carlos preguntó quienes estuvieron en anteriores conciertos como en la sala Sidecar o en la Apolo o en el Sant Jordi Club. Mucha gente gritó “Presente” y esto le hizo sonreír y decir lo siguiente:

“Vosotros  sois la gente que hace que Barcelona mole de verdad. Venimos de una época donde la música ha sido maltratada pero estando vosotros sé que hay esperanza.”

Nos acercábamos al final de la velada con los últimos 5 temas. Barcelona Tropical dio una vibra preciosa al concierto aunque, no os engañaré, todos creíamos que iba a salir Suu pero nos quedamos con las ganas de ello. Al acabar hizo unos versos libres de rap para presentar a la banda y acabó con una frase emocional: “Cuando el covid acabe, resurgiremos.”

Aloha fue el siguiente tema con el que se notaba el subidón de energía por notar que se aceraba el final. El público encendió sus linternas de sus teléfonos para crear un mar de luces con las que Carlos sonrió de una manera inevitable. Al acabar salió a fuera y volvió de nuevo con una chaqueta que tenia 6 años de vida y dentro de ella, vida propia real… porque no se vosotros pero si lleváis en el bolsillo una bolsa de cacahuetes desde hace 6 años ¿ no creéis que esos cacahuetes tendrán vida propia ya? Yo pienso que sí.

“Cuando algo os de asco pensad que os da suerte.” La filosofía del cacahuete podrido, recomendación de Carlos Sadness que habrá de tener en cuenta.

Entre los temas también conocimos que había personas de diferentes partes de España y de Latinoamerica, mostrando el furor que crea su música, moviendo fronteras y lugares para verle. Y para entrelazar con el siguiente tema comentó: “Da igual de donde seais, os queremos infinitamente.” Con ello sonaron los primeros acordes de Te Quiero un poco.

Qué Electricidad era uno de los golpes finales, el himno que unió a muchas personas en diferentes momentos de su vida. Una canción única creada por un alma única, Carlos Sadness no dejó de demostrar que tiene un talento que es imposible de dejar escapar.

“Hacéis que cada noche en Barcelona sea mágica, gracias.”

Un Carlos visiblemente emocionado daba el broche final a esa noche con Monteperdido. Antes de ello nos dio una exclusiva que solo quienes estuvimos en el concierto conocemos (y se quedará allí, en exclusividad) y las luces de la Sala Barts se apagaron con una cálida canción de la mano de una banda eléctrica y con una voz que no deja a nadie indiferente.

“Fins aviat!” dijo para despedirse Carlos Sadness, con quien nos reímos del mal tiempo y quien nos hizo vivir en una isla morenita durante dos horas lunares y llenas de dinosaurios.

Todas las fotos de Esther en Flickr.

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