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[Especial] Resurrection Fest: Diario de un novato en Viveiro

 

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Todas las fotografías son oficiales del festival

El microclima de Viveiro es peculiar: nunca sabes si hace frío y lluvia o vas a sudar como un loco. Primero es menester elegir camping sin dudar por un momento y cargado con la más variopinta ropa. La relajada villa de Viveiro se vuelve caótica después de 15 horas de autobús desde Barcelona, y con el equipaje a cuestas como si de un triatlón se tratase. Mi lugar estuvo en el camping A, donde, después de mucho esfuerzo, conseguí asentarme con amigos y otra gente que en un santiamén se volvió muy cercana a mí. Armado con la pulsera del festival y la entrada para la fiesta de bienvenida me dispuse a instalarme cerca del campo de fútbol, custodiado por un estanque de patos que, en algún momento, tuvieron que lidiar con algún simpático borracho del vecindario que pretendía alimentarles a base de fuet. Pese a todas las locuras, la limpieza del camping era realmente buena comparada con otros festivales, si tenemos en cuenta todas las personas que fueron acogidas durante la edición más grande del Resu hasta el momento, y el ambiente era inmejorable.

DÍA 0: FIESTA PRE-RESU.

Ya con amigos y con un importante cansancio acumulado del viaje, accedí por primera vez al recinto para ver a Eskimo Callboy. Vestido con bolsas de basura y gozando de las tormentas veraniegas que frecuentan Galicia vislumbré por primera vez el campo de batalla. El recinto de primeras me gustó muchísimo, a pesar del suelo encharcado. En este primer día iba a merced de lo que les gustaba a mis compañeros, ya que no tenía el placer de conocer a ninguna banda. El show de la banda alemana fue más que correcto: el público asistente ya tenía ganas de fiesta y se corearon los temas melódicos de sus temas más destacados. El sonido del Ritual Stage, concretamente de esta banda, no fue demasiado bueno, destacando demasiado los backing tracks electrónicos y definiendo poco la voz, con lo cual a veces la letra de las canciones se distorsionaba convirtiéndose en una amalgama de sonidos difícil de entender. En este primer show se pudo ver ya la idiosincrasia del público del Resu: enérgicos, locos y hambrientos de mosh.

Después de tal locura (no soy una persona que se aleje de los pogos) me dispuse a relajarme en la hierba con el último grupo que pude ver esa noche: Narco. Los chicos de Sevilla llevaron el compromiso social y la rebeldía a Viveiro con su mezcla de rap, metal y hardcore poniendo la carpa patas arriba.

DÍA 1: EMPEZANDO LA AVENTURA DEL RESURRECTION FEST.

Un nuevo día llegaba al camping y ya tenía muy claro que debía de cargar pilas después de las horas de bus y el «Pre Resu» así que antes de las cinco y media no iba al recinto ni por asomo. Con una euforia excelsa aparecí en segunda fila de Tesseract en el Main Stage y, siendo sincero, fue espectacular. Los británicos sonaron increíblemente y cumplieron con creces en directo defendiendo sus temazos. El escenario principal lucía muy bien a pesar de estar a pleno sol, con ese espectacular juego de luces.

Con la resaca de Tesseract seguí a mis amigos hacia la carpa donde estaban listos Stick to your Guns. Mi experiencia con el Ritual Stage no había sido muy buena pero con los californianos mejoró un poco, dejando entrever la energía que se necesitaba a media tarde.

While She Sleeps superaron ampliamente a los anteriores. Con el punzante sonido del escenario principal supieron romper por dentro hasta el último espectador del lugar y, muy especialmente, a los que estábamos en las primeras filas.

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Perpetuando el chorro de emociones del anterior show, un rato de The Casualties mejoró el día. Los punkies fueron el grupo que había sonado mejor en la carpa hasta el momento, sobrepasando los inconvenientes del escenario para dar un golpe sobre la mesa, cosa que se agradece dado la contada presencia punk en el festival.

 

Justamente de este género era la banda que me disponía a ver en un lugar privilegiado: los legendarios Bad Religion. Los estadounidenses fueron mi grupo favorito de ese día sin dudarlo. Fueron agresivos y a la vez elegantes, como si el sonido de un taladro fuera sorprendentemente de una belleza harmónica arrebatadora.

Bad Religion estan en plena forma y suenan prácticamente mejor que nunca, porque a sus defectos se le añade las tablas sobre el escenario que dan tantos años de rock ‘n’ roll. Sorprendió también la aparición en el escenario de los niños de Resukids y un tio vestido de Jesucristo haciendo crowdsurfing que no se cambió de atuendo en todo el festival y, congruente, parecía omnipresente, porque surgía de la nada en todos los circle pits y wall of death.

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Después de tanto pogo, tocaba descansar viendo en la carpa a uno de los grupos más potentes de la edición de este año. Walls of Jericho sonarían bien hasta en las fiestas de mi pueblo. Esa voz atronadora y oscura, dotada de una técnica vocal envidiable es lo que todo el mundo destacaría del grupo. No hay que olvidarse de la técnicamente impecable guitarra, bajo y batería, que, no obstante, contribuían a la energía del bolazo.

Fuimos a alimentarnos un poco de la variopinta oferta de comida dentro del recinto, sin mucha intención de ver a Bring Me The Horizon. Entre mis conocidos es bien sabido que detesto a esta banda, sobretodo por la nula técnica vocal de Oli Sykes que provoca que huya cada vez que los oigo. Al ser uno de los grandes grupos del Resurrection Fest fui a ver unas cuantas canciones suyas desde la lejanía. Siendo totalmente subjetivo, como desde el principio del artículo, no lo disfruté nada. Pero los fans no se quedarían decepcionados. Es bien sabido de los problemas vocales del cantante, del uso de backing tracks y el apoyo del teclista en los coros, pero en el Resu, probablemente, sonaron mejor de lo habitual. El espectáculo de luces que tienen montado tiene su gracia pero se usa un poco para disimular las carencias que pueden presentar. En resumidas cuentas, todo el mundo dice que sonaron mejor que otras veces pero para mi, siguen estando muy por debajo de otras bandas del festival. Eso sí, los fans disfrutaron como niños.

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Volbeat me encanta. Es una de esas bandas peculiares que hacen falta en la música actual. Después de una momentánea cola para estar cerca, los daneses empezaron rompedores en su show. La voz de Michael Poulsen suena rematadamente bien en directo y, en general, salvo algunos errores, hay harmonía entre ellos. El show se fue desinflando un poco por la mitad a falta de los temas principales y de material potente. La complicidad con el público estaba a la orden del día y los fans pudimos disfrutar de un gran concierto con un final enérgico y con un espacio en el público que se echó de menos en los show de los demás cabezas de cartel, que trajeron a mucha más gente.

DÍA 2: «MADRUGAR» ES ALGO MARAVILLOSO.

El viernes amanecía potente y entre nosotros comentábamos los puntos álgidos del día anterior. Teníamos muy claro algo: queríamos ver a Desakato. El problema era que los asturianos empezaban a las 15:40, cosa que va en contra de mi religión festivalera. Las ganas de verlos hizo que fuéramos hasta el recinto más pronto que nunca. Antes eché un ojo a Never Draw Back y Blowfuse, que caldearon el ambiente con sus diferentes propuestas de punk, los madrileños más melódicos y los catalanes más a lo skate.

Desakato suenan realmente frescos. Un punk rock con melodías arregladas, guturales y expresividad lírica férreamente defendidos en directo. Disfrutando de su show no podía evitar pensar que dentro de unos años podrían estar tocando sets de una hora con su nombre bien grande en el cartel.

Después de un provechoso paseo por fuera del recinto fui un rato a ver a Being As An Ocean, un grupo que no había escuchado pero que sonó fuerte y definido y las melodías coreables dieron un toque de fiesta al Ritual Stage. Joel Quartuccio, el vocalista, bajaba habitualmente al público para compartir la música cerca de ellos, gesto bonito para los fans.

En el Resu he descubierto mi amor por el metal progresivo y Protest the Hero no son una excepción. Fue un verdadero gozo verlos en el escenario principal, en el que sonaron arrebatadores. El sol hizo que el público gozara de amplio espacio para crear pogos y bailar libremente. De los puntos fuertes del día.

El calor disminuía y me esperaba Angelus Apatrida en el Chaos Stage. Más que habituales en el festival, no había tenido oportunidad de verlos en directo. Pura tralla y pura locura, los manchegos dieron un recital de sus tablas, demostrando ser los máximos exponentes del metal español incluso cuando Guillermo, el vocalista, daba inspirados discursos agradeciendo todo el apoyo, dada la dificultad que supone tener éxito en la música nacional. Solo puedo decir una palabra: grandes.


La high quality de la jornada no cesó, pudiendo disfrutar de unos gigantes del hardcore como son Hatebreed, que sonaron tan contundentes como siempre, perfectos para gritar sus letras, engrandeciéndonos como nunca. Gojira era uno de los platos fuertes de la noche y resultó ser un plato de cocina creativa, de estos de máximo lujo. Su sonido es indescriptible y su presentación en el escenario, con el más ardiente fuego, arrebatadora. Los franceses no son plato para todo el mundo, este redactor esta adicto a ellos, pero lo que no se puede negar que la presentación en directo es espectacular. Estas circunstancias se sumaron a un público más que entregado, creando el que creo que fue el circle pit más insano de todo el festival.

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Cuando llevas un día largo a cuestas y estas tanto tiempo esperando al cabeza de cartel en segunda fila acabas con el cuerpo hecho polvo. The Offspring fue amargamente agobiante al principio. Es horrible cuando un escenario esta a reventar y el público se vuelve absolutamente loco, siendo llevado por una marea de personas de un lado a otro. Arrancaron con ‘You’re Gonna Go Far Kid’ completando el alocado show de una corta pero completa hora y diez. Es lo que se suele decir, pero el guitarrista, Noodles, describió al público como «loco de una forma muy bella», totalmente comprensible, teniendo en cuenta lo que estaba sucediendo. Empecé a disfrutar del concierto cuando me alejé de la comprimida segunda fila y pude disfrutar de unos mosh más ligeros en ‘Want You Bad’ o ‘Pretty Fly (For a White Guy)’ . Cabe destacar uno de los momentos más sorprendentes del festival: una ‘Gone Away’ interpretada al piano por Dexter que resultó desgarradora.

The Offspring son algo reservados y descafeinados en el escenario. No hablaron mucho y apenas sonrieron unas cuantas veces (ya más de lo habitual). Parece que los años les pesan, pero cuando oyes temas como ‘Self Esteem’ o ‘All I Want’ en directo, el mundo implosiona.

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Estabamos disueltos y molidos. El concierto de los cabezas nos había dejado hechos trizas. Descansando y con un contundente plato de nachos en la mano, Madball amenizaron el rato con su hardcore combativo. ¿Qué decir de ellos? Siempre magníficos, dedicaron su show a Melchor Roel, alcalde de Viveiro, que falleció hace poco y que es el símbolo del festival, junto con los propios estadounidenses, la banda que más veces ha tocado en todas las ediciones. A pesar del cansancio, un rato de Turisas siempre revitaliza, y temas como ‘Rasputin’ o ‘To Holmgard and Beyond’, sumados a la potente puesta en escena, constituyen una buena forma de acabar el día, rodeado de fieles fans, maquillados como los componentes de la banda.

 DÍA 3: LEYENDAS.

El gran día estaba a punto de tomar parte y nos acercábamos al escenario principal a ver a una de las bandas más esperadas del festival: Bullet for my Valentine. Los galeses eran el punto de mira de todo el mundo por su cambio de aspecto e influencias musicales, esa revitalización sufrida después de la operación de Matt Tuck, cantante de la banda. Puedo decir, con toda seguridad, que este cambio les ha sentado realmente bien. La incorporación de la excelsa voz del nuevo bajista Jamie Mathias, se contrapone adecuadamente con la de Tuck, creando una harmonía exaltadora. Cumplieron con creces mis expectativas como fan, y pude tachar de mi lista de cosas a hacer lo de un circle pit en ‘Tears Don’t Fall’.

Un sol abrasador esperaba a los Maiden, gran cabeza del Resu de este año. Estaba alejado del meollo, contemplando los fans que asistieron ese día a la cita de los legendarios rockeros en Galicia. El inicio fue escalofriante. En mi cabeza sólo podía pensar que lo que estaba viendo en ese momento era histórico. La setlist fue decayendo un poco, salvada por ‘Children of the Damned’. Todos deseábamos ver algún éxito potente de la banda y faltaron muchos, con muchos minutos invertidos en impresionantes solos de guitarra. ‘The Trooper’ cayó y consiguió mover hasta al más escéptico. Entonces llegó la noche. Parece que los británicos toquen a las 9 de la noche para coger los últimos rayos del sol y aprovechar ese cambio en su espectáculo. De noche las luces tomaron protagonismo, el barroco escenario tomó sentido y hasta el fuego ardía más. El montaje fue uno de los mayores espectáculos que he visto en mi vida, con la aparición de Eddie en ‘The Book of Souls’, el intercambio del fondo del escenario en cada canción y la elegancia y presencia de Bruce Dickinson y sus compañeros en el escenario. Pese a problemas puntuales con el micro (se cortaba a veces), la voz de Bruce seguía en plena forma pese a los course-navette que recorría. Mi canción (Hallowed Be Thy Name),‘Fear of the Dark’,‘Iron Maiden’ y ‘The Number of the Beast’ entre otras dieron color a una noche que se olvidó de muchos éxitos, pero que consiguió dejarnos tan inspirados como los discursos de Bruce sobre lo especial que era que tocasen en el Resurrection Fest.

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Uncle Acid and the Deadbeats dieron el disparo inicial a una noche de gratas sorpresas. Pese a coincidir en gran parte con Maiden, un buen puñado de gente se dirigió a la carpa para ver el final de su presentación.

Su stoner rock sonó inspirado, algo parecido a The Shrine, grupo que disfruté como el que más por sus ganas y la compañía que tuve, ya liberados de cualquier compromiso y con ganas de fiesta. El cambio de horario de The Goddamn Gallows por The Shrine hizo que no pudiera disfrutar de los primeros, pero las tres son bandas muy a tener en cuenta y hay que elogiar el gusto con el que se elige a los conjuntos más humildes.

Ya abría boca para Graveyard en el Chaos Stage. Los suecos son una de mis debilidades. Amo todo lo que es el blues rock y ellos son pura actitud, puro rollo, algo muy difícil que no todas las bandas pueden decir. Animo a los organizadores para que sigan llevando este tipo de bandas a Viveiro.


Nashville Pussy pusieron la guinda a mi experiencia en el festival. No será la mejor banda para tocar el sábado a las 3 de la mañana pero son puro rock ‘n’ roll energético y libre. Marcaron una época resucitando el hard rock a mediados de los 90 y marcaron mi final de Resurrection Fest. La guitarra de Ruyter Suys es contundentemente habilidosa y la forma de tirarse whiskey por encima y tocar desde el suelo dan una ración del más puro Hard Rock a los asistentes.

 

Ya en el camping la fiesta seguía pero yo no podía evitar pensar en todo lo vivido y en que había terminado. Desde La Musikalité deseamos muchísimos años más de Resurrection Fest, un festival humilde y trabajador que ha acabado siendo muy grande y a la vez continúa conservando esa forma de hacer las cosas de forma pausada y eficiente. Grazas Resurrection!

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