Viva Suecia en el Camp Nou como parte del Cruïlla XXS. Foto: Esther Cobos.
Recientemente hemos sabido del aplazamiento del Rocanrola, que se iba a celebrar este próximo septiembre y que, finalmente, no llegará hasta el año que viene. Si bien esto puede suponer una mala noticia para todos aquellos que estábamos deseando que llegase, lo cierto es que, al menos, podemos agarrarnos a que se va a llevar a cabo sí o sí.
Y no ocurre solo con este festival, lo que pasa es que, bueno, cada uno barre para su casa y hay que hacer la promosió. La verdad es que no han sido pocos los eventos que se han visto pospuestos hasta la próxima temporada, a la vista de cómo ha evolucionado, y sigue haciéndolo, esta trama escrita por Shyamalan para el 2020. Algunos, incluso, han optado por adaptar sus formatos, de manera que el público no lo diese todo por perdido.
Y, para el resto del año, ¿cuál es el contexto?
Bueno, depende de quién seas. Está claro que si te llamas Juan Carlos, has sido educado por un dictador un poco fascista y has dedicado toda tu vida a cometer delitos y ponerle los cuernos a tu mujer, tu futuro pasa por unas vacaciones prolongadas en Santo Domingo. Hay que joderse.
Para el resto de los mortales, la verdad es que la cosa está un poco más chunga. Algunos optimistas piensan que, como mucho, habrá algunos rebrotes y ya. Por otro lado, tenemos a todos los cuñados de España que dicen que, obviamente por culpa del coletas, vamos a terminar todos en un gulag. Por último, y esta es la opinión que yo comparto, algunos expertos dicen que, dependiendo de la gravedad de los rebrotes, los próximos meses podríamos tener algún cambio de fase, aunque es complicado que caigamos en un nuevo confinamiento.
Todo esto, de manera obvia, tiene sus consecuencias en todos los aspectos de la sociedad. ¿Podemos olvidarnos de conciertos en salas? Creo que sí. ¿Discotecas? Por favor, vivo en Cuenca gran parte del año, eso casi ni existe allí.
Entonces, ¿significa eso que no habrá más conciertos?
No necesariamente. Estamos hablando de la posibilidad de restringir los conciertos en espacios cerrados, lo que no significa que haya que eliminarlos de la ecuación directamente. Además, está visto que es posible celebrar esta clase de eventos con las precauciones adecuadas y sin consecuencias nefastas.
Tampoco podemos aventurarnos a sacar conclusiones así a la ligera, está claro que no nos encontramos ante una situación en la que sepamos con exactitud qué va a ocurrir. Lo que sí podemos hacer es utilizar un poco la cabeza para lo que la tenemos, aunque me sé de un tal Luis que el mejor uso que le dio a la suya fue dejarla en un cesto en París. En mi modesta opinión, por supuesto.
Pero hagamos uso de la lógica. Si eres lo bastante inconsciente como para ir a una fiesta a la que acuden dos mil personas y hay algún contagiado, al menos ten la vergüenza de hacerte las pruebas, no me seas gilipollas.
Si atendemos a lo que nos dicen las noticias, creo que está claro que hay muchos señores Burns frotándose los dedos ahora mismo pensando en la cantidad de dinero que van a amasar a costa de los millones de jóvenes que están deseando salir de fiesta después de tanto tiempo encerrados. Así que, también está claro, el tema discotecas y pubs nocturnos va a dar muchos quebraderos de cabeza a lo largo de los meses que se acercan e, indirectamente, afectarán al sector de la música, que verá como muchos yayos con el ceño fruncido lo culparán de arrastrar a sus pobres e inocentes nietos a las garras de belzebú. Si ellos supieran la cantidad de porros y cubatas que son capaces de meterse en una noche, probablemente el sintrom se les quedaría corto.
A lo que voy es que hay que tratar de eliminar los estigmas que tenemos ahora mismo hacia los eventos de ocio multitudinarios, porque lo que vemos siempre es la parte negativa: las aglomeraciones, los contagios, los adolescentes inconscientes que no saben lo que hacen votando a la izquierda proseparatista y proetarra y un sinfín más de tonterías que podría escribir. Pero a lo que no se presta tanta atención es a todos esos locales que sí respetan las medidas impuestas por las autoridades, a los eventos que se organizan al aire libre ofreciendo espacios en los que se asegura la seguridad de los asistentes, a los artistas que se dejan la piel por adaptar sus espectáculos para estos espacios.
Es posible pensar en un futuro con música en directo. Aunque todo depende de cuán imbéciles seamos en conjunto, y como se suele decir, se es tan débil como el eslabón más débil de la cadena. De nuevo, hay que joderse.