A lo largo de este vasto mundo, durante siglos, han nacido miles de personas agraciadas con un don que han decidido compartir con el resto de la humanidad. Gente con talento que ha visto como sus obras y descubrimientos han aportado algo importante a la historia y que quedarán para la posteridad. Esto, claramente, no es el caso de Taburete.
Claro que tampoco puedes esperar mucho de un grupo cuyo “líder” proviene de una familia de supuestos mafiosos acusada de varios delitos. Por no hablar de que alguien de esa familia evitó ir a la cárcel alegando que tenía un hijo del que cuidar. Ahora se entienden muchas cosas, desde luego.
Hace pocos días hablaba sobre la importancia que debemos darle a los espacios seguros en los que se garantizan unas medidas de seguridad concretas para que todos podamos disfrutar de la música en directo sin grandes preocupaciones. Hablaba, también, sobre la importancia de apoyar al sector musical, uno de los que peor parados ha salido tras la crisis sanitaria que aún nos azota. Hoy hablo de aquellas cosas que desvirtúan mis palabras, de quienes se esfuerzan por demostrar que, por muy bien que se hagan las cosas, siempre va a haber algún gilipollas incapaz de mirar más allá de su propio ombligo que va a dejar en evidencia a todos los demás.
Creo que no es necesario hablar sobre la lamentable escena que tuvo lugar el pasado viernes en la gala Starlite. Sin embargo, sí me gustaría remarcar que, tras lo acontecido, lo único que hemos visto hacer al grupo es: llorar.
Y es que, de la misma forma que existe gente nacida con talento, hay algunas de estas personas que tienen un talento especial para pasarse el día llorando, escudándose en excusas de mierda para no admitir lo que han hecho mal, y catalogando a todos aquellos que les dicen: “hey, te has pasado, rectifica.”, como haters.
Pues bien, si esto ha de ser así, supongo que soy un hater. Pero eso no es lo importante. Lo verdaderamente importante aquí es que estamos hablando de un grupo que, en mitad de una gala multitudinaria, celebrada en mitad de un escenario de pandemia mundial, arengó al público a no llevar “ni una puta mascarilla”. Y aun tienen los cojonazos de denunciar en un comunicado las aglomeraciones en plazas de toros y discotecas. No sé si lo que hicieron es constitutivo de delito, pero aunque no sea así, está claro que, de tal palo, tal astilla.
Y, personalmente, no creo que este sea el mayor problema. A nadie le da rabia que Dalas se dedique a llorar en youtube vídeo tras vídeo. Lo que le da rabia a la gente, o por lo menos a mí, es que haya hecho tantas cosas mal, y aún haya quien lo defienda y, encima, gane dinero con ello. Y con esta banda de imbéciles pasa lo mismo.
Ahí fuera hay una tribu urbana compuesta por cayetanos, borjamaris e hijos de papá incapaces de pensar por sí mismos, que repetirán hasta la saciedad todo lo que estas grandes mentes pensantes, (nótese la ironía), les digan. Y es triste que un grupo con tanta influencia y un número tan grande de seguidores, que se queda pequeño comparado con la cantidad que tienen de haters, todo sea dicho, demuestren ser tan irresponsables a la hora de manejar su fama, desmerecida por completo en mi muy humilde opinión.
El problema real de todo esto es que no solo ocurre con ellos. Hoy es noticia Taburete, mañana Miguel Bosé porque piensa que las vacunas nos van a matar. Y pasado, ¿quién sabe? El verdadero problema es que estamos tan acostumbrados a vivir rodeados de esta escoria, que simplemente pasamos por alto las auténticas barbaridades que son capaces de hacer y de soltar por la boca.
Lo cierto es que, quizá, el viernes pasado Starlite brilló igual que siempre. Lo que no es en absoluto una suposición es que no fue por las luces de ninguno de los componentes de Taburete, no se les ve muy avispados, la verdad. Pero bueno, se dice que todos los tontos tienen suerte… estos deben de tener mucha, por lo visto.
La MusiKalité 