Solo quedaba un día de festival que previsiblemente sería íntegramente en el escenario principal y unas pocas horas en Galicia. El último día aproveché para descansar, ya que iba a ir prácticamente de empalmada al aeropuerto para volver a casa.
Justo cuando me estaba subiendo al bus lanzadera vi un tweet con un cambio de horario para ese día. Fue bastante raro ver otro cambio prácticamente in situ, no obstante, no afectaba a mis planes para ese día. Una vez en San Lázaro hice por última vez mi peregrinaje hasta el Monte Do Gozo dónde llegué poco antes que abriesen puertas. Una vez dentro, visita a barra, restauración y rumbo al escenario principal donde… ¡Sorpresa! Las escaleras estaban libres. Todo apuntaba a que ya tenía el día hecho y sería otra buena toma de contacto para descubrir nuevos artistas.
Ortiga
La verbena llegó al Monte Do Gozo a primera hora de la tarde de la mano de Ortiga, antiguo integrante de Esteban & Manuel y que puede presumir de haber teloneando a Novedades Carminha hace unos meses en Santiago.
Con sonidos de cumbia, merengue, salsa y otros ritmos bailables, el gallego pretendía que el tímido público que ya estaba por el recinto se pusiese a bailar. Y lo consiguió, tenía allí un buen séquito de fans que desde el primer momento estaban allí bailando como si fuesen las 4 de la mañana en una verbena de pueblo.
Presentó un par de temas nuevos, uno de ellos que no entraba en sus planes tocarlos, debido a que lo acabó ‘anteayer’ (lo que provocó varios aplausos del público) y El Mambito De Los Enamorados, un mambo sobre la ría de Pontevedra. Además, invitó a Nuno de Balletona a subir al escenario para tocar juntos un tema.
Electric Pyramid
La banda de Oliver Beach es una combinación explosiva. En su currículum consta que han girado junto a Queen, así que nada podía salir mal.
Electric Pyramid es una banda londinense que bebe de influencias que van desde Led Zeppelin pasando por Nirvana, Pearl Jam, Foo Fighters y Queens of the Stone Age. El escenario se visitó con la portada de Paradise, su single más reciente y que se lanzó al mercado la semana siguiente al festival. La banda suena muy bien en directo con unos riffs que enganchan. Incluso se atrevieron a tocar un trozo de New York City en castellano.
Fue difícil saber que tema tocaban en cada momento, iban por faena y apenas interactuaban, únicamente para presentarse y poco más. No obstante, arrancaron varios aplausos con sus instrumentales y su buen directo.
Algo que no logro entender es como una banda como Electric Pyramid tenga tan y tan poca repercusión en internet y apenas cuenten con 1000 oyentes mensuales en Spotify.
Durante la perfomance de los londinenses, el recinto empezaba a llenarse a pasos agigantados para dar la bienvenida a The Hives y varios valientes ya iban cargados de comida y bebida para conseguir buenos sitios para el resto de la jornada.
The Hives
La banda sueca de garage rock es el equilibrio perfecto entre la elegancia y el mamarracheo. Me hacía especial ilusión verlos, conocía poco de su música pero es que en directo son tremendamente brutales. Uniformados con americana blanca y pantalón negro, salieron al escenario con su conocidísimo Come On, dejando claro que iban a dejarse la piel en el escenario.
Un sol de justicia acompañaba el arranque del show. Pelle Almqvist, frontman de The Hives, se dirigió al público con mucho desparpajo entre canción y canción y no dudó ni un momento en lanzarse por primera vez (de 4 o 5) al foso para deleite de las primeras filas mientras interpretaban Walk Idiot Walk. En un directo dónde evidentemente no pudieron faltar Hate To Say I Told You So o la ya nombrada Come On, también presentaron dos temas muy recientes como I’m Alive o Good Samaritan, lanzada hace apenas unos días.
Pelle Intentaba hablar castellano como podía, incluso bautizó al público como ‘galicianos’. Entre canción y canción no falta su intervención, aunque únicamente fuese para reclamar ‘¿Dónde está mi aplauso?’. También protagonizó un par de momentos divertidos al sacarse un peine de la americana y bajar a peinarse delante de la cámara. Él, antes muerto que sencillo. Además, ese día era el cumpleaños de Christian Grahn (batería de la banda) y todo el público y Pelle cantaron el cumpleaños feliz que resonó en todo el Monte Do Gozo.
El cierre del directo fue espectacular con una versión extendida de Tick Tick Boom dónde derrocharon muchísima energía ante un público que estaba a nada de afrontar los cabezas de cartel del escenario principal.
Se avecinaba un nuevo cambio de horario (nuevamente por temas logísticos y compromisos de los artistas) y sin duda fue el más ‘traumático’ de todo el festival. Esta vez, no solo se anunció en redes sociales, si no también en las pantallas del escenario Estrella Galicia.
Ayax y Prok se solapaban 50 minutos con David Guetta. Fue un solape que molestó muchísimo sobre todo al público más joven y que muchos de ellos se habían desplazado hasta el festival por ver a estos artistas. Por otro lado, Eme DJ, pasaba al escenario principal 10 minutos después de acabar David Guetta para cerrar el festival, cuando con el anterior cambio lo iban a hacer Ayax y Prok.
Vetusta Morla
Era el turno de la banda culpable a mi amor por el indiespain. Era la tercera vez que podía verlos en directo y la segunda de esta gira, que cubrí junto con Rocío el año pasado en el Palau Sant Jordi. Antes de empezar el concierto, ya tenía los sentimientos a flor de piel, algo me decía que lo iba a vivir diferente a los dos anteriores.
Vetusta Morla fueron uno de los grandes reclamos del público para el festival de este año, lo cual no fue de extrañar que el Monte Do Gozo estuviese a reventar para poder disfrutar del directo de los de Tres Cantos. La banda salió al escenario entre vítores para empezar con Deséame Suerte, de su último álbum de estudio Mismo Sitio, Distinto Lugar. Palmeras En La Mancha era el siguiente corte y empezó Pucho a ser él mismo, con sus bailes improvisados y la expresividad que tanto lo caracteriza. Se dirigió al público para agradecer que estuviéramos allí cerca de 33.000 personas viéndolos, y comentó que se les hacía raro tocar de día (doy fe que hace 4 años los vi de día) en un festival. Razón no le falta, Vetusta Morla han pasado de abrir festivales a ser cabezas de cartel.
Llegaba un combo matador con tres de mis favoritas Maldita Dulzura, Cuarteles de Invierno y Copenhague, esta última llegando incluso a emocionarme por el tema en sí, el público volcadísimo cantándolo… Indescriptible lo que sentí en ese momento.
Pucho no se lo pensó dos veces en dejarse llevar por el subidón y durante Mapas se fue al público dónde además de cantar el tema como si no hubiese un mañana, saltaba e interactuaba.
Pese a que el alma de Vetusta Morla es Pucho, también gran peso de la banda recae en Guille Galván. Con un outfit de americana con raya diplomática (que me recordó a Marc Ros de Sidonie), sombrero y melena al viento, demostró que no sólo compone y toca la guitarra, si no que también es un virtuoso al piano en temas como Consejo de Sabios.
Uno de los momentos estrella del show (junto a la peluca rubia de Pucho en Te Lo Digo A Ti), fue el mashup que Vetusta Morla hacen en los festivales este verano. Con el ‘déjalo girar’ de su tema La Vieja Escuela como nexo, homenajearon a compañeros del line up del O Son Do Camiño, como Ayax y Prok, Rosalía, ELYELLA, Kitai o Iván Ferreiro y su Turnedo. Tras el mashup, llegaron Los Días Raros y con ellos el final del concierto, casi marcándose un Ferreiro 3.0.
Un concierto 10/10 si no llega a ser por que La Deriva no estaba en el setlist. Y eso dolió.
Pese a ese apunte, fue especial, muy especial. Diría que no solo mi concierto favorito del festival si no de todos los que llevo este año… que son unos cuantos. Hubo una frase que dijo Pucho para finalizar el concierto y agradecer a todos la asistencia y que me llegó mucho: La música se transforma en emociones. Una verdad como un templo tras vivir ese concierto en el Monte Do Gozo.
Iggy Pop
Hay artistas a los que hay que ver al menos una vez en la vida. Cuando vi que Iggy Pop era parte del cartel, tenía claro que no podía perdérmelo. Es alucinante como a sus 72 años tiene esa vitalidad en el escenario, pese a que entró cojeando bastante. Eso sí, con el torso desnudo como es habitual en él. No obstante, la cojera que acarreaba no le impidió ni dejar de moverse ni tirarse al suelo durante todo su show.
La Iguana, no paraba quieta. Con un escenario cubierto con unas telas plateadas empezaba su concierto con I Wanna Be Your Dog, de su exbanda The Stooges. Todo un acierto empezar con un tema tan conocido para captar la atención de un público con una gran brecha generacional, dónde había muchísimos adolescentes y a su misma vez, gente de 50-60 años que habían ido exclusivamente para disfrutar de Iggy.
La interacción con el público no es la gran virtud de Iggy, que entre tema y tema bebía cerveza o se dirigía a los allí presentes con sus típicos ‘fuck’. La banda de Iggy merece un monumento en el Monte Do Gozo. ¡Que directazo! El bajista hacía magia en el escenario y se marcó varios solos para la posteridad, junto con el batería que me pareció otro gran músico.
En cuanto al setlist, supo jugar con temas muy conocidos como The Passenger (que su pegadizo estribillo resonó por todo el recinto) o Sixteen, temas de The Stooges del calibre de No Fun y una cover de The Jean Genie de Bowie que a nivel personal me sorprendió muy para bien.
Un concierto más que sobresaliente para los festivaleros más puritanos del género y un regalo para los oídos para los más de 30.000 asistentes que estábamos allí.
David Guetta
Ni un alma se movió para poder disfrutar de David Guetta, la última gran actuación del festival de este 2019 que cerraría Eme DJ. Aún entraban ríos de personas al escenario principal de una media de edad de 20-25 años para no perderse semejante perfomance. Fue uno de los conciertos más multitudinarios sin lugar a dudas.
El despliegue para preparar el escenario del DJ francés fue multitudinario. Apenas 5 minutos más tarde de la hora prevista, Guetta está frente su mesa de mezclas dispuesto a ofrecer una hora y media de temazos, uno tras otro. Sería imposible decir todos y cada uno de los que sonaron, pero no faltaron Hey Mama, Titanium, Flames… Y sus primeros grandes hits del calibre de When Love Takes Over, Sexy Bitch o Memories.
Guetta supo poner toda la carne en el asador. Aprovechó toda pantalla existente más las que añadió él para dar unos visuales espectaculares y muy cuidados, los mejores del festival junto Black Eyed Peas. Además, tampoco pudieron faltar infinidad de luces, confeti y humo para apoyar el show. El publico enloquecía tema tras tema, y los que rondamos la treintena o ya la traspasamos (los que crecimos en nuestra adolescencia con Guetta), alucinábamos al ver que no había descanso entre hit y hit.
En vista de la odisea que fue la salida del festival el pasado año y que no tenía un gran margen de tiempo para llegar hasta el hostal, recoger el equipaje y otros quehaceres, marché un poco antes que acabase David Guetta. Me llamó la atención que una buena cantidad de gente habíamos pensado igual y le hicimos ‘la púa’ al DJ francés. Por suerte, todo salió rodado y a las 6 de la mañana estaba ya camino al aeropuerto para volver a casa.
Ha sido una buena experiencia en tierras gallegas. Si bien es verdad que hay varios puntos a mejorar de cara a la siguiente edición, como el tema de buses lanzaderas para llegar/volver al recinto, las colas interminables de más de 20 minutos para ir al baño, en las barras… Y lo peor de este año, los cambios de horarios el mismo día. No por realizarlos, si no por la falta de información del público en general. Muchísima gente no se enteró de los cambios del viernes. Hay quien no utiliza redes sociales, la cobertura durante los conciertos más multitudinarios era inexistente… En cambio con el segundo cambio del sábado si se avisó y, pese a todo, es de agradecer.
¿Volveremos en 2020? ¡Esperamos!
Repasa la primera jornada aquí.
Y la segunda jornada aquí.